Capítulo 58

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–Narra Seis–

   Esto no estaba sucediendo. Mi mente quedó en blanco y se me detuvo la respiración durante un instante. Charles Deveraux. El padre de Alissa. Simplemente no podía ser. Él extendió el brazo para saludarme de manera adecuada, pero al mirarme al rostro su sonrisa se esfumó tan rápido como un parpadeo.

   Le di la mano respondiendo el gesto, aún sabiendo que me reconocía. Esto no iba a terminar bien, eso era evidente, pero los negocios de Roland son intocables y el plan debía seguirse al pie de la letra.

   El saludo se alargó un poco más de lo común, pues Charles quedó congelado unos segundos al estrechar mi mano, y su rostro era difícil de descifrar. Estaba sorprendido, tenso, y sus ojos reflejaban cierta chispa de ira que tal parece lo acompañaba siempre. De hecho, puso la misma cara que cuando me conoció por primera vez.

   ¿Qué demonios estaba ocurriendo aquí? Mi ceño se frunció y mis labios se juntaron en una fina línea de precisión. Al soltarle, mi primer reflejo fue mirar a Roland quien no tenía idea de cuál era la situación. Y al parecer yo tampoco.

   Un silencio abrumador inundó el aire que nos rodeaba, y por primera vez en mucho tiempo me había quedado sin palabras. Roland me observaba con ojos saltones esperando el momento en que dijese algo, pero al abrir la boca titubeé y luego volví a cerrarla.

   Para mi sorpresa, fue Charles el primero en hablar; con un tono de voz neutro que no reflejaba absolutamente nada.

   –Es un gusto –dijo.

   Asentí de manera desconfiada y luego volví a examinar a aquellos tipos detrás de él. No reconocía a ninguno.

   –De acuerdo. Tomemos asiento –Roland expuso rápidamente e hizo lo dicho, al igual que yo; sin quitarle la mirada de encima al padre de Alissa. Aún sentía que mi mente lo estaba imaginando y en realidad era otra persona la que estaba sentada frente a mí.

   En todo caso, si Charles era un reconocido traficante de drogas, ¿ella ya lo sabía? Y de ser así, ¿por qué no mencionó nada al respecto? Si esto terminaba mal, estar con ella iba a ser más difícil de lo que ya era.

   Inspiré profundamente y entrelacé mis manos sobre la mesa con toda la atención sobre él. El plan debía continuar, y yo debía hacerlo funcionar. El sonido de una puerta hizo eco en el lugar, pero no desvié la mirada. Fue hasta que se acercó cuando me di cuenta que sólo se trataba de Mitch, quien colocó un vaso de vidrio frente a cada quién y acto seguido sirvió Whisky dejando la botella a un lado y marchándose.

   –Charles Deveraux –lo nombré finalmente, agregando tensión a mi mirada.

   –Del Francés. Se dice Deveroh –corrigió; de nuevo inexpresivo, y después agregó–: Pero tú no dijiste cuál es tu nombre.

   –Puedes llamarme Seis –apunté con simpleza, y tomé el vaso frente a mí para dar un trago.

   –Seis –repitió para sus adentros y luego se inclinó un poco hacia el frente para hablar de manera más directa–. Pero yo escuché que también te llamaban Jake.

   Una falsa risa sarcástica escapó de mis labios, y por primera vez le quité los ojos de encima para centrarlos en el líquido transparente de mi vaso.

   –No todo lo que escuchamos es verdad –declaré con un humor oscuro en la voz.

   Charles tensó la mandíbula notablemente y luego dio un trago a su Whiskey con formalidad y clase. Se acomodó en el asiento y levantó el rostro atentamente, dejando de lado el tema.

Damned ∙ libro unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora