«Debí dejarte, Taehyung. Justo en el momento en que vi tu estúpida sonrisa».
-¡Lárgate ahora mismo de mi casa!- gritaba el hombre con rabia y decepción.
-Papá, por favor... No tengo a donde ir- susurró Lisa con lágrimas en los ojos mientras su pad...
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El resto del día pasó con tranquilidad hasta que llegó la clase de literatura. Como en la clase anterior, Taehyung caminó directamente hacia su lugar al lado de Lisa. Acercó su silla con la de ella logrando que las rodillas de ambos se rozaran. La pelirroja recordó lo sucedido en la fiesta de Taeyeon y no pudo evitar sonrojarse, sobretodo al notar la mirada del castaño sobre ella dedicándole su típica sonrisa.
La clase avanzó con normalidad, a Lisa le sorprendía que su compañero no le hubiese escrito ningún papel, ya que lo veía muy concentrado garabateando en su libreta azul. Al finalizar la clase, Lisa pudo ver a su compañero con la cabeza acostada sobre la mesa y dibujando círculos en sus sienes con sus dedos, además tenía los ojos cerrados fuertemente:
-¿Estas bien, Taehyung?- la suave voz de la chica sorprendió al castaño, quien intentó sonreír causando una graciosa mueca. Negó con la cabeza:
-No soporto el dolor de cabeza, preciosa. ¿Se nota mucho?
-Un poco, bastante- Taehyung rió levemente. Lisa tocó la frente y el cuello del chico comprobando que no tuviese fiebre.
El castaño ya estaba acostumbrado al tacto femenino, aunque tenía gustos muy selectivos a la hora de escoger a una chica para pasar un buen rato. Normalmente eran chicas como Taeyeon, bonitas, atrevidas, desinhibidas y dispuestas a hacerle todo lo que él pidiera. Sin embargo, es ese preciso momento debía admitir que el tacto de Lalisa le erizaba la piel, quizás era por que su mano estaba fría o simplemente porque era su mano. Desde el primer momento en que la vio se sintió atraído por ella, a simple vista era como la mayoría de las chicas con las que acostumbraba a estar. En ese entonces aseguraba de que no quería ningún tipo de relación, ni con ella, ni con nadie. Solo pensaba estar con ella, disfrutarla tal como había hecho con muchas chicas del instituto, pero sin llegar a nada más. Sin embargo, al sentir el toque tímido e inocente de la chica, además de ver la preocupación en sus ojos, dudaba mucho de sus antiguos pensamientos hacia ella. De repente recordó las palabras de Jungkook:
-¡Yo nunca dije que quería que ella fuese una de mis zorritas! -¡¿No?! ¡¿Entonces qué, la convertiras en tu novia?! ¡Eso no te lo cree nadie!
Sacudió la cabeza aturdido. Lisa alejó sus manos de él inmediatamente y lo miró con disculpa en el rostro:
-Perdona si te incomodé, solo quería ver si no tenían fiebre- sus mejillas se sonrojaron levemente.
-No te preocupes- acarició el antebrazo de la chica mientras le dedicaba una pequeña sonrisa tranquilizadora.
-Solo es un dolor de cabeza- dijo Lisa cambiando el tema -. Deberías dormir hasta la siguiente clase y si te sigue doliendo ve a la enfermería para que te dejen ir a tu casa y puedas descansar.