«Debí dejarte, Taehyung. Justo en el momento en que vi tu estúpida sonrisa».
-¡Lárgate ahora mismo de mi casa!- gritaba el hombre con rabia y decepción.
-Papá, por favor... No tengo a donde ir- susurró Lisa con lágrimas en los ojos mientras su pad...
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¿Acaso hay alguien más aquí contigo?
{···}
Ya había pasado un mes después de la primera salida entre Taehyung y Lisa. Durante los últimos treinta días, las salidas improvisadas se habían hecho cada vez más constantes. Con el paso de los días, Taehyung se había memorizado los horarios en los que la pelirroja estaría sola en su casa. Incluso, más de una vez se escabulló por la parte trasera de la casa de la chica, aún estando sus padres, solo para ver a través de la ventana su silueta danzando de un lado al otro de la habitación antes de dormir. Sin embargo, ninguno de los dos tenía claro de qué tipo de relación mantenían. El castaño solo estaba claro de una cosa: necesitaba estar cerca de Lisa. No como una pareja estable, claro que no. Pero sentía la necesidad de tenerla cerca.
Todo cambió después de ver bailar a Lisa en una clase de danza. Ahí estaba ella (con un diminuto short negro ceñido al cuerpo y un top del mismo color que resaltaba su pálida piel) bailando al ritmo de la canción al frente de toda la clase.
Las caderas y la cintura de la chica se movían armónicamente, causando que Tae quedara embobado ante los sensuales movimientos. Miraba fijamente como el busto de Lisa subía y bajaba mientras trataba de controlar su respiración al terminar el baile. Por su mente pasó la curiosidad de saber cómo sería el pecho de la chica descubierto. Al finalizar la clase pudo sentir un gran bulto presionando contra sus pantalones. El baile de la pelirroja lo había excitado, no tenía duda de eso. Pero... ¿Cómo resolvería ahora su problema? Sin pensarlo dos veces se fue en busca de una de sus zorritas para drenar el deseo que lo consumía. Necesitaba a una mujer a la que pudiese dominar y tener una sesión de sexo desenfrenado sin tener que pensar en lo que pasaría después.
Al pasar por el pasillo vio a quien lo ayudaría perfectamente con su problema:
-Hola, Irene- dijo seductoramente.
-¡Tae, oppa! No te veo desde que te cambiaron de salón- dijo coquetamente -Ya te extrañaba- el castaño se acercó al oído de la chica y susurró:
-Ven conmigo.
Caminaron agarrados de la mano hacia la parte trasera del instituto. Mientras caminaban hacia el antiguo auditorio escolar, Tae miraba el jardín que habían sembrado en el patio trasero de la escuela. Habían varios tipos de flores, pero lo que le llamó a Taehyung la atención fueron las lavandas que adornaban el jardín. Eran las mismas que había visto en el patio trasero de la casa de Lisa.
Por un momento pensó en arrepentirse de lo que estaba a punto de hacer, pero esos pensamientos se borraron al sentir como Irene lo acorralaba contra la puerta cerrada del auditorio y lo miraba coquetamente:
-Así que... ¿Para qué me trajiste aquí, oppa?- preguntó con tono inocente.
El chico levantó su holgada camisa mostrándole a la chica el gran bulto que yacía bajo su pantalón.
