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Viernes 2 de junio, por la tarde

Estoy en casa con mi amiga Victoria, todo indica que el vecino ha salido. Mis oídos agradecen el descanso así como el paquete de algodón al cual descuartizo para usar sus partes como tapones.

Debemos entregar un trabajo de investigación el lunes el cual determinará si podemos rendir el examen final de la asignatura. Estoy agotada, hace días que no duermo bien y mi buen humor se encuentra enterrado seis metros bajo tierra.

—Deberías dormir una siesta -propone Vicky y me sonríe.

—Deberí­a matar al vecino.

Ella rí­e. Le encanta la historia del vecino molesto. Le encanta que algo rompa con mi esquema de tranquilidad y armonía.

—No debe ser tan malo.

-Quédate esta noche y compruébalo tú misma.

—Hecho.


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