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Sábado 29 de julio, por la noche

Nos encontramos en el sillón, uno en cada punta. Tan alejados como el sofá lo permite como si padeciéramos de alguna enfermedad en exceso contagiosa. Estamos viendo Lilo & Stitch, muy maduros para nuestra edad, cabe aclarar.

No pudimos ponernos de acuerdo sobre ninguna otra película, fue la última opción. Él querí­a sangre, yo quería una comedia romántica. Los dibujos animados ganaron. Disney ganó.

—¿Tienes Pringles?

Niego con la cabeza.

—¿Por qué?

—Porque son adictivas y me hacen engordar.

—¿Tienes algo para comer?

Asiento.

—Que no sea sano.

Niego.

—Mujeres...

—Tengo que hacer las compras.

Es verdad, tengo poca comida en casa.

—Tienes que comer lo que quieras, tarde o temprano vas a morir.

—Que esperanzador, muchas gracias.

Rí­e y no puedo evitar pensar que luce estupendo en el sillón de casa, a pesar de lo que ello significa.




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