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Maratón 6/6

Lunes 25 de septiembre, por la tarde

Termino el beso en busca de aire y Lorenzo posa su frente sobre la mía en un intento de recuperar la respiración. Es en ese momento en que reconozco lo que sucedió.

Nos besamos.

Realmente lo hicimos.

Y fue perfecto.

Pero no es lo correcto. Somos amigos, los amigos no se besan.

—Lo… lo siento –susurra Lorenzo y su aliento a menta pone mis pelos de punta.

—No lo sientas –niego y me separo, demasiado abrumada como para comportarme adecuadamente-. Son cosas que pasan.

—Creo que fue por la emoción –rasca su nunca y me mira con sus ojos claros, los cuales me perforan hasta lo más hondo de mi ser.

Auch. Sus palabras son, sin duda, las más duras que he escuchado.

—Claro –sonrío, aunque por alguna razón quiero llorar.

—Gracias por la púa –la levanta y sonríe, igual de incómodo que yo.

—No hay por qué.

Me balanceo de lado a lado para luego levantar a Tommy, en busca de consuelo.

—Creo que es hora de irme. Más tarde te traigo las cosas de Tommy.

Asiento y lo sigo hacia la puerta.

Él abre y sale.

Cierro la puerta y apoyo mi frente contra esta.

Hemos complicado todo.

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