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Vienes 11 de agosto, por la noche

La noche está helada y no puedo evitar pensar que deberí­a haber rechazado la oferta, aunque fuera tentadora. Vamos, el muchacho pagaba todo.

Nos dirigimos al centro comercial en la camioneta de Lorenzo: voy adelante y Vicky atrás; comeremos algo y luego veremos una pelí­cula a mi elección.... seguramente elegirá Vicky. Es una mandona con el cine.

—Dime Lorenzo... ¿por qué tantas fiestas?

Blanqueo los ojos. Ha comenzado el interrogatorio, creí que demoraría hasta la cena.

—Porque me gustan.

—¿Pero todos los dí­as?

—Vicky...

Quizás fue una mala idea invitarla.

—Tengo muchos amigos.

—Le dijiste a Valentina que no tenías.

—¡Vicky!

Lorenzo ríe.

—Tenía muchos amigos

—¿Qué pasó?

—Está bien si no quieres contestar, Lorenzo -intervengo, sintiendo mis mejillas acaloradas.

Que alguien la mate.

—Dejé mi banda, me odiaron, no me hablaron más. Fin de la historia.

Lo miro, apenada. Pese a que hable restándole importancia estoy segura que debe sentirse realmente mal.




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