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Sábado 3 de junio, por la mañana

Vicky se acaba de ir, no pudo pegar un ojo en toda la noche y ya no le parece tan divertido el vecino. Salgo de casa con la esperanza de tener un día tranquilo, compro mi desayuno en una cafetería cercana y camino hacia el parque para comerlo allí­.

Debería volver a casa de mis padres por el fin de semana. Mamá me darí­a buenos consejos, papá me compraría helado y podría dormir con Toto por doce horas seguidas sin que alguien se atreviera a molestarme.

No.

Es parte de ser adulta. Debo lidiar con mis propios problemas.




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