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Viernes 2 de junio, por la noche

El vecino llega con su manada de amigos a las nueve, justo cuando terminamos el trabajo. Gracias Dios. Desde ese momento, la música no ha cesado. Victoria intenta lucir tranquila pese a no poder escuchar ni una sola palabra de la película que estamos viendo.

Ella ama el cine.

Su tranquilidad durará poco.

—¿Quieres que pidamos algo para comer? -grito sobre el ruido y puedo observar en las facciones de su rostro como se esfuerza por escucharme.

—¿Si quiero qué?

—Pedir comida.

Asiente.



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