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Martes 20 de junio, a la noche

Pasé toda la tarde intentando quitar el cartel. El muy bruto lo había pegado con silicona, prácticamente destruyó mi puerta y sabía que no podí­a quejarme, yo habí­a tomado su correo en primer lugar.

Me encuentro sentada en la mesa de la cocina, tengo delante de mí una cartulina -la más grande que pude encontrar y de color rosado chicle-, un marcador negro y glitter. No hay que ser un genio para saber que Lorenzo odia todo lo de chica.

Espero a que la música comience y con cautela subo el piso que nos separa, utilizando las escaleras esta vez para no llamar la atención. Llevo en mi mano pegamento, el cartel y más glitter. Mucho más glitter.

Miro hacia todos lados y cuando el pasillo está despejado realizo mi trabajo. Pego el cartel y luego lleno la puerta con pegamento, por último arrojo la purpurina.

¡Vualá! Una obra de arte.

Apaga la música, bruto.

Llamo al ascensor y sonrí­o todo el camino de vuelta a casa.

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