37

3.8K 366 48
                                    


Sábado 29 de julio, por la noche

—¿Qué es ese olor?

Estira el cuello, intentando ver hacia el interior.

—Mi cena.

Entra a casa, no le he dicho que puede pasar pero lo ha hecho de todas maneras. No discuto y cierro la puerta tras de mí­, le dedico mi mejor mirada de pocos amigos.

—Yo quiero.

—Cómprate.

Revisa los bolsillos de sus vaqueros y luego los de su cazadora de cuero, deja un billete de veinte en la isla de la cocina.

—Listo.

Blanqueo los ojos, no entiende el sarcasmo.

—¿Qué haces en mi casa?

—Compro mi cena.

—Lo digo enserio, Lorenzo.

No tengo ánimos para bromear.

—Con que sabes mi nombre.

—Tengo tu correo, claro que lo sé.

Ríe. Sabe que ha perdido.

—Eres la peor anfitriona del mundo, dame de comer.

Sin esperar respuesta entra a la cocina y revisa los gabinetes. ¡Voy a matarlo!

—¡Sal de mi cocina!

—¿Por qué?

—No me gusta que entren a mi cocina.

Levanta sus manos como gesto de paz y sale. Paso las manos por mi cabeza, agotada. Este muchacho me saca canas verdes.

—¿Qué haces en mi casa? -pregunto una última vez, por mi mirada sabe que no bromeo.

—Todas mis ex están allá arriba... no puedo soportarlo.

Pobre sujeto.

—Diles que se vayan.

—Sí­, claro... Una de ellas me tiró un cuchillo cuando terminamos, no están muy cuerdas.

—Es tu problema.

Es su turno de blanquear los ojos.

—Vamos... ya pagué por mi comida.



EnlazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora