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Domingo 16 de julio, por la noche

Tocan mi puerta con fuerza, despertándome.

Salgo de la cama con prisa y corro hacia la puerta. Me acerco a ella y miro por la mirilla.

Es Lorenzo. Se ve enojado... pude deducirlo antes por la forma que aporreaba mi puerta.

—¿Cuál es tu problema? -le grito al abrir la puerta.

Odio que no me dejen dormir. Sobre todo si se trata de él.

—¿Mi problema? ¡Contrataste a unos gigantes para que me robaran la camioneta!

Frunzo el ceño.

—No sé de qué demonios hablas.

Si­ lo sé, de hecho. Fernando dijo que podía darle un susto... nunca especificó cuál.

—¿Ah no? -sus ojos desprenden odio -es mutuo, querido- ¿Entonces qué demonios hacía esto pegado en mi camioneta cuando apareció aparcado en la puerta?

Levanta un cartel. Lo observo.

Sólo tiene una expresión: Oopsi.



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