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Sábado 6 de enero, por la tarde

Victoria se sienta sobre mi valija y entre las dos logramos cerrarla. Siento la transpiración recorrer mi espalda y los músculos cansados.

Dado que no voy a estar en casa por seis meses, mudé todas mis cosas a casa de mis padres y algunas pocas a casa de Lorenzo. Pretendo alquilar el departamento y así tener un pequeño ingreso mientras no trabajo.

—Deberías ducharte, Lorenzo vendrá pronto por ti.

—Ni que lo digas, está todo misterioso desde ayer –apoyo mi espalda contra la pared y miro a Vicky, extrañaré sus locuras-. Creo que me llevará a cenar.

—Lo que menos harán será cenar.

Blanqueo los ojos y ella ríe.

—Oh vamos, estarán meses sin verse –sonríe de manera pícara-. El ser humano tiene necesidades.

—¿Y qué me dices de ti? –arqueo una ceja, detesta el tema.

—Bah –chasquea la lengua-. Estoy harta de los muchachos, son todos unos idiotas.

—Oye, mi novio no lo es.

—Lo es, pero me agrada.

—Seguro en Europa alguien sabrá darte lo que quieres.

—Eres una cochina.

Frunce el ceño y rompo en risas.

—No es agradable ser el foco de las bromas, ¿no?

En respuesta obtengo un golpe con una almohada.





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