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Viernes 11 de agosto, por la noche

Suena el timbre de casa, es Vicky. La invité al cine con Lorenzo y conmigo.

Su rostro se encuentra adornado con una sonrisa lobuna, sé que quiere decirme mil cosas sobre la situación en la que la metí. No espera mucho para hacerlo.

—Aún no puedo creer toda esta relación rara que ustedes tienen.

—No es rara.

—Hasta el mes pasado se odiaban.

No replico, tiene razón.

—Estamos haciendo las paces.

—No jodas, quiere acostarse contigo.

Abro la boca, asombrada.

—Por supuesto que no.

—¿Le has preguntado?

—Claro que no.

No es como si en medio de una comida le soltaría una frase del estilo "Oye, ¿quieres tener sexo desenfrenado conmigo?"

—Apuesto a que en diciembre ya van a haberse acostado.

—¡Victoria!

Rí­e y al instante suena el timbre.

Abro la puerta, es Lorenzo. Se está riendo.

—Tranquila... tu amiga está a salvo de mi pene.

Que alguien me mate.



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