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Miércoles 27 de septiembre, por la noche

Llamo a Lorenzo mientras la comida termina de cocerse y espero. Coloco el teléfono del lado derecho sosteniéndolo con mi mejilla y hombro mientras revuelvo la salsa.

¿Si?

Lorenzo, soy Valentina.

Hola Vale. ¿Sucede algo? –suena confundido-. Nunca me llamas.

Quería saber si bajas a comer.

Oh, no, no. Creí que te había avisado... -se aclara la garganta- mi hermana me arregló una cita.

¿Una cita?

¿Una cita? No, creo que olvidaste mencionarlo.

Mañana voy, lo prometo.

No hay problema.

Corto antes de que pueda decir algo más. Dejo el móvil en el mármol y lo miro con odio.

¿Una cita? ¿Luego de besarme?

Son solo amigos. Me repito una y mil veces mientras termino de cocinar y tanto más el resto del día.



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