Sábado 14 de octubre, por la mañana
Lorenzo termina de bañarse poco después, cuando estoy a punto de finalizar mi desayuno.
Lleva pantalones de buzo gris colgando peligrosamente bajos y su torso desnudo.
—Si querías presumir tu físico, conozco muchos lugares donde hacerlo.
Él ríe y se acerca a mí.
—Buen día –besa mis labios y con su pulgar quita un pedazo de chocolate de la comisura de mis labios.
—Buen día –sonrío.
No dejo de sonreír desde anoche y creo que mis mejillas se van a quebrar. No me importaría en lo absoluto.
—Tengo algo para ti –comenta y luego besa mi frente.
Camina hasta el armario y toma una bolsa pequeña color blanco. Vuelve sobre sus pasos y se sienta frente a mí.
Me extiende la bolsa y beso sus labios como agradecimiento.
—Anda, ábrelo.
Saco del interior de la bolsa una caja del tamaño de mi mano color caoba y la abro. En su interior yace una cadena de oro realmente delgada con un dije en forma de rombo, el mismo de oro con una piedra de color celeste.
—Es hermosa –acaricio la cadena y luego lo miro a él.
—Debajo de la bolsa hay algo más.
Miro en su interior y efectivamente en su interior hay un pequeño papel rosado.
Lo tomo y se me llenan los ojos de lágrimas al leer las dos palabras trazadas en ella.

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Enlazados
Short StoryValentina y Lorenzo viven en el mismo edificio, uno sobre el otro. Su relación comenzó con el pie izquierdo desde el día en que él se mudó. Valentina se encuentra en el último año de su carrera universitaria, tiene el mejor promedio de su promoció...