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Sábado 6 de enero, por la noche

Lorenzo no conduce hasta un lugar fino o me lleva a las afueras de la ciudad para tener un picnic bajo las estrellas como tantas veces he leído en las novelas. No, pese a que ambos estamos vestidos de gala –él me lo pidió-me lleva a Mc Donald's.

Y no puedo protestar, me encanta.

Es algo nuestro.

—Buenas noches, ¿puedo tomar su pedido?

Mi brazo está entrelazado al suyo y ambos sonreímos como colegiales.

Es nuestra última noche juntos, no hay tiempo para pasar malos ratos.

—Dos doble cuarto de libra con queso, combo agrandado –pide Lorenzo, sacándome otra sonrisa.

Él sabe lo que una chica quiere.

—¿Puedo hacerles una pregunta? –inquiere la cajera, acercándose hacia nosotros para susurrar.

Asiento en respuesta.

—¿Se escaparon de un casamiento?

Suelto una pequeña risa y niego con la cabeza.

—Estamos teniendo una cita romántica en nuestro lugar de comida favorito.

La chica de la caja sonríe y le devuelve a Lorenzo su tarjeta de crédito.

—Pues en ese caso, la casa invita McFlurrys.



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