II
La lluvia es como una metáfora de los
cielos desprendiéndose,
Derramándose en pequeñas cápsulas.
Gota a gota cambian de vestido, se
disfrazan de grises espectrales, de
explosiones rápidas como la noche que
en un segundo lo elevan todo unos
centímetros y desprovisten al cuerpo
del alma, de la imagen.
Explosiones de luz que invierten
posiciones y distancias y se extinguen
en estruendos, una raíz de plasma
anudándose a lo lejos, una mano
engarrotada, una soga retorciéndose de
ruido.
La danza de la lluvia son tambores de
agua, timbales de tejados, caricias
sobre acera.
Son suspiros sólidos sobre el cristal,
alientos de amor tatuados en ventanas,
fuegos de carne,
de arranquémonos los brazos para
hacer de cada esquina una prisión.
Es tan bella, tan irónica la lluvia en
todos sus estados.
El cadáver putrefacto de las nubes al
llorarse cuando se lanzan en picado.
Quiero verte bajo la lluvia, que el agua
te despinte y me muestre lo que
encierran tus costillas.
Quiero mirar el verde anegado de tus
ojos, cómo te deshaces, te emborronas
y se diluyen tus sonrisas, hasta que sólo
quede de ti el instinto más humano,
Lo que solo debe tocar la lluvia.
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El invierno de las ratas.
PoetryRecorridos de una tarde de lluvia, un domingo por la ventana en la que se deslizan a susurros los secretos de las ratas. Universos desprendidos en abismos, adoquín entre adoquín. Poemas que te escribo, yo o las gotas, las que inundan las alcantarill...