L
A 39000 pies todo se disuelve.
Como si arrojarse a estos pájaros de papel o metal
Fuera sinónimo de un bourbon.
Me dijo una vez mi profesor de literatura
Que no hay mejor forma de existir,
Más auténtica, que emborracharse.
Yo al principio no comprendí nada:
Cantinelas de literato venido a menos.
Nada más lejos de la realidad.
Aquí arriba hay pocas cosas reales
O ciertas, y sin embargo
Decenas de sudores, olor corporal,
Corazones apretados, pieles dispersas.
Nos miramos como queriendo absorbernos,
¿Qué loco compartiría diez horas de encierro con desconocidos?
Contemplo una realidad huidiza
Sucediéndose en cada uno de esos ojos
Que camuflan almas hipertérritas.
Seguramente los míos traslucirán los mismos sentimientos,
Mis pupilas alcoholizadas,
Los mismos sentimientos.
Sería todo comprensible, excusable
Inmersa en mi coraza de ebriedad fingida.
No sé dónde narices quedan Dallas o Texas,
Mi casa, mi cuerpo.
Desde cabina anuncian que se acercan turbulencias.
Tambalearán nuevamente las paredes de este microcosmos.
Me buscan, los persigo,
Me encojo en mi butaca.
Me sacuden del tapiz del cielo como a los meteoritos,
Pero más como a una pobre imitación de Sputnik
(Myú tiene el pelo negro y borra con ginebra las orillas).
Y mi conciencia se ha diluido en miles de conciencias,
Hasta en muebles inermes,
Vientres vírgenes,
Labios sin destino de llegada.
Y a pesar de todo,
¿Qué son 39000 pies?
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El invierno de las ratas.
PoetryRecorridos de una tarde de lluvia, un domingo por la ventana en la que se deslizan a susurros los secretos de las ratas. Universos desprendidos en abismos, adoquín entre adoquín. Poemas que te escribo, yo o las gotas, las que inundan las alcantarill...