A ti.

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XVI

Vamos a deshojar la poesía

para transformarla en otra cosa.

En saliva, en orgasmos,

en suspiros.

Si me derrumbases una a una las corazas

descubrirías que debajo se esconden metáforas disueltas,

confesiones crudas.

Las construí a base de enfermarme

de los nervios,

desde la planta de los pies a las pestañas,

toda infecta.

Cuando me vienen estos días, los restos fantasmales de una maldición,

Y despierto de madrugada con tu olor entre las sábanas,

me retuerzo en la esquina del colchón

como las serpientes,

pero más como un nudo marinero, irresoluble.

No te pienses,

no caigas en ese garrafal error,

que estas noches son todas las del año. Suceden una vez o dos.

Pero el cauce de las cicatrices abiertas de los brazos es interminable.

Si me rebusco por dentro descubriré

No sólo metáforas desnudas

sino dosis mortíferas de veneno.

En el amor debería estar prohibido conocerse,

pero sobre todo creerse la libertad. Volar encadenado es no despegar nunca del suelo.

En el juego del amor

más vale ser desconocidos y tóxicos, para así reinventarse luego,

despojarse del deseo mercatilizado y cultural.

A mi corazón lo han dejado en bancarrota

y endeudado

tus malabares bursátiles,

por la mañana el cielo y a la noche un ataúd podrido.

Lo vergonzoso es que no sé hablar mal de ninguna de tus artimañas,

ni de ti.

De ti ni el tiempo.

El invierno de las ratas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora