XXXV
Los segundos se alargan
Cuando eres consciente
Repentinamente
De la brusquedad dentada
Del acantilado
Sobre el que
Te balanceas,
Como si bailaras
O te dejases abrazar
Por los espíritus
Que el viento le arranca
Al mar.
Y hablo de los acantilados
Que abren
Fisuras en espaldas,
Las que
Perfilas con las cejas
Desde la hamaca,
Los eternos veranos
En la piscina pública
Que no soporta ya
A tantos tiburones sueltos.
Ella tenía una caída
Infinita desde los hombros
A la pelvis,
Su pelvis plácida y rebosada
Sobre el bordillo
De cemento y cráteres
En los que anidaban las
Hormigas.
Y en ese espacio-tiempo
De piel y abismo
Habían encontrado asentamiento
Dos o tres estrellas,
Versos rasgados,
Disonantes
Y armoniosamente imperfectos.
Nunca me importó su nombre,
El lirio impreso
En el omoplato
Sobre el que quise copiar
Mis ojos.
Tan sólo deseé que jamás
Se volviese
A descubrirme
Alienada
E indefensa,
Moribunda
De una anatomía
Sin rostro.
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El invierno de las ratas.
PoetryRecorridos de una tarde de lluvia, un domingo por la ventana en la que se deslizan a susurros los secretos de las ratas. Universos desprendidos en abismos, adoquín entre adoquín. Poemas que te escribo, yo o las gotas, las que inundan las alcantarill...