XXIII
Hace diez años
Abrieron la jaula del cuervo
Y nunca volvió a graznar.
Solito, quitándose una a una
Las plumas
Con el pico
Le brilla en los ojos
Una fiebre de melancolía.
Tiene la libertad
Pero no le llama.
Le han enseñado
Que es maravilloso
Estar cautivo en alguien,
Amarse hasta fundir las velas.
Jamás le han hablado
De la libre soledad,
Del desprendimiento dopamínico
Del hipotálamo
O de la paz del césped
Mojado
A primeras horas de la mañana,
Desnudo
Y atravesado por la tierra.
El cuervo
Casi desplumado
Rara vez se acerca a la puerta de la jaula
Sino es para otear el horizonte
Buscándote.
Sólo saldrá si sabe que andas
Por ahí fuera,
Con una canción de oreja a oreja
Y con tu mano
Dispuesta
A calentarle el corazón,
A sus poros que te reclaman
Como al aliento
Los pulmones
Cuando los rocían con gas mostaza.
Y lentamente se consume
Y se muere
aturdido.
Será relleno de una fosa,
O de una maceta
Que florecerá maldita
Y sólo recordará
De sus fantasmas
Tu sonrisa,
Tu piel,
Tu voz que acariciaba
Y arrojaba luz
Aunque faltasen las ventanas.
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El invierno de las ratas.
PoesieRecorridos de una tarde de lluvia, un domingo por la ventana en la que se deslizan a susurros los secretos de las ratas. Universos desprendidos en abismos, adoquín entre adoquín. Poemas que te escribo, yo o las gotas, las que inundan las alcantarill...