Los niños.

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III

Qué ganas de rescatar a los niños de leche y pan

De sus colinas de cemento aséptico,

De agarrarles esas manitas sin dedos

y arrastrarlos lejos,

Simplemente,

Lejos.

En Sevilla huelen las miserias a azahar, pero tienen las narices tupidas de respirar barro,

Y cuando de rodillas caen al suelo

se cosen a las cáscaras de caucho,

Se abrazan a la madre de pechos flácidos,

A la tierra tierna falta de raíces.

El sol se les mete entre las costillas,

Las barrigas prominentes de col.

Han perdido el refugio de la música en la tormenta gutural

Que en la mañana los arroja al pozo fétido.

Niños rotos de ecuación,

atados al mástil burocrático

se los lleva la marea hacia un naufragio de fémures y cráneos,

cuerpos vacíos de corazón

que no les prestarán la piel.

Y yo les miro a los ojos,

esa pantalla de alfileres

Por la que sólo se deslizan jaulas.

Y querría gritarles:

huyan, huyan antes de ser yo la que se quede sin lengua.

El invierno de las ratas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora