Yo.

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XV

Por mi lengua han pasado muchas dagas húmedas,
Y en mis labios perecido estrofas, mucha poesía justo después de erupcionar.

Me gusta pasear de noche y sacarle brillo a las farolas,
Que me aligeren el peso de los huesos,
Apresar las sombras y mi soledad en un frasco.

Cuando me contemplo en las ventanas de los coches reconozco mis males en el ángulo que adoptan mis manos,
La forma suave de los dedos tiernos agazapados en su carne.
Me busco los ojos;
el agua que los recubre hierve,
Y en las retinas hay una soga que acarician multitud de zarpas, que se retuerce como los insectos
cuando les llueve ácido.

Soy una expresión adormecida sobre un lienzo pintado por vientres,
Una media sonrisa, como los últimos minutos del sol sobre su lecho,
Una esperanza vaga, falsa
Que se deshace al comienzo de la espalda,
Y como el sol en su estado incierto se estremece
Para sumergirse en el océano.
Soy dos mejillas en carne viva de apagar colillas,
Un cenicero andante que mastica ascuas con los dientes
Y va escupiendo escombros,
Basura animal que emana de silencios.

Y eso soy, un silencio incansable y un pecho convulso,
como el de una mosca a la que arrancan las alas,
que aúlla aunque no la escuchen; ni ella misma.

Un balido lastimero en medio del desierto.

El invierno de las ratas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora