Cuando eres escritor, o cuando escribes en serio, o simplemente cuando una mañana aleatoria abandonas la rutina del desahogo y la sustituyes por el de una inaudita pasión que tienes aferrada a las venas, arterias, la médula y todos los conductos de tu cuerpo como un hermoso parásito, entonces y sólo entonces, padeces de ese paroxismo de sensaciones. Sinestesia lingüística como el sexto sentido de los poetas. Letras, frases, sintagmas que se chocan, se golpean, se acarician (tosca o incluso eróticamente), palabras que concuerdan y se pertenecen como mitades separadas de un único significado, adjetivos, dicotomías, paradojas de pronunciación suave, dulces como un beso a un dedo envuelto en miel.
Ayer me dijo mi profesor que ser escritor es solamente otra forma de estar en el mundo, más intensa, una segunda forma alternativa de sentir, o de ponerle un nombre a cada experiencia impronunciable.
Ojalá sea esta mi forma de vivir.
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El invierno de las ratas.
ПоэзияRecorridos de una tarde de lluvia, un domingo por la ventana en la que se deslizan a susurros los secretos de las ratas. Universos desprendidos en abismos, adoquín entre adoquín. Poemas que te escribo, yo o las gotas, las que inundan las alcantarill...