A tu cuello.

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XVIII

Me recuerdo un crepúsculo en tu cuerpo escalando sin arneses mis delirios,

Dibujándote las piernas.

Nos crecía el vello a gritos, ¿No recuerdas tú?

El cuello era un camino tortuoso

de hojas secas,

Y las clavículas un desagüe para los dedos.

Porque con las yemas se levanta terciopelo de la lija

Y con los ojos se lame el contorno de los huesos.

(Con la punta del iris, despacio como se abren los helechos,

Desperezando nuestros pétalos).

Eras como una plaza de acero

Donde quise esculpirme las manos en mármol

Con la piel de los gallos desplumados

en la cima de un escalofrío.

O como un acantilado donde fueron a morir las horas,

La física cuántica y mis átomos sin dueño

al mortífero pliegue de tus párpados.

Flotando los brazos

en el mar de sal de tus labios

Quise hundirme en cientos de miserias,

Y como las uñas de los gatos hincarme a tus paredes,

deshacer una a una las costuras de tu vientre

Para coserlo con mis hilos.

Temblando en una inmensidad de 100 lenguas de envergadura... ¿No recuerdas tú?

100 lenguas y un suspiro,

Mástiles sin bandera y relojes de arena de barro.

Toda mi materia

Regalada a un naufragio de angustias deshojadas.

A la mañana siguiente no volvieron a cantar los gallos.

El invierno de las ratas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora