El metro.

116 2 0
                                    

XI

El metro es el mejor escenario para los poemas

Cuando quiero no pensarlos.

Vienen, casi tan fugaces como él,

Y casi tan fugaces se deshacen

Al otro lado del andén.

Los observo pasar

Porque me han dicho que el deber

De cualquier escritor es observar

Y ser intruso.
(Aunque no hay manera de introducirme entre las vías)

A veces en el metro

No solo veo metros o estaciones, veo vidas.
(Creo ver vidas, ¿cómo se ve una vida?)

Regurgita fuego por las puertas

Y mis ojos se encuentran

Frente a extravagantes formas de existencia,

Que intentan rescatar del lenguaje

Palabras afiladas,

flores muertas

O versos de Pessoa con

Los que justificarse los sentidos.

El fuego tendrá nombre,

Y a mi no me importa el nombre

Porque es incapaz

De expresar calor.

Y el calor está en sus manos

Mientras sujetan la puerta,

Y en su timidez de seda

Cuando se sienta

Y se le cristaliza la incomodidad

En una mueca.

Está atrapado entre las redes de su piel,

Donde sus lunares

Como arañas

Atrapan polillas de nostalgias,

O la luz tibia de

lámparas desnudas.

Esos labios jamás han probado las cenizas.

Leerla mientras se vomita suspirando es perturbador.
(¿Cuando ha dejado esto de ser poema?)

Entre los huecos de sus pestañas

Saltan chispas.

Entre sus dedos se derrama

Plata líquida

Y arena

Del desierto

Que le cruza de mejilla a mejilla.

La mágica distracción

La ha ingravitado,

inevitablemente a mí;

No podía

Ser de otro modo.

Las cuerdas se nos atan

Alrededor del cuello

Cuando se estrella en la parada,

Y me estrangula,

Gime,

Y se pregunta qué la ahoga,

y me pregunto

Qué me falta...

Prometo buscarte algún día entre las páginas

De la desnudez de mi alma,

si tengo alma.

O si esta son palabras vacías de sentido,

Prometo escribirte

Versos cojos y sinceros

Para desconstruirte,

Y desreflexionarte,

y traerte de vuelta

De la maraña incierta

De recuerdos.

Como Caeiro estoy enamorada de todo cuanto existe

Y puede besarse con los ojos.

El invierno de las ratas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora