Prólogo

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Acababa de llegar exhausto del entrenamiento de boxeo, una de mis tantas distracciones para no tener que estar en casa; no me gustaba la violencia, pero no era como si tuviese muchas opciones de todos modos, era una de las pocas cosas con las que podía disimular, una de las pocas con la que él estaba conforme. Y el hecho de que estuviese alejado de él le parecía bien.

Y era lo único en lo que estaba de acuerdo.

Me quité todo lo que traía puesto, que estaba lleno de sudor y de mentiras, me bañé y al salir, pasé por el espejo de mi habitación y vi mi delgado cuerpo algo lleno de moretones y cicatrices, todos provocados por el que se hacía llamar mi padre, tal vez algunas por mi mismo, era tantas que ya no estaba seguro; desvié mi rostro inmediatamente, no soportaba verlo, a veces incluso me daba asco mi propio cuerpo.

Y para algunos, el a veces se convierte en todo el tiempo.

Aproveché que no había nadie en la casa y saqué una maleta de abajo de mi cama, saqué algunas prendas, maquillaje y una peluca.

No lo dudé cuando rápidamente me vestí, me maquillé y me puse la larga peluca castaña, y me miré en el espejo. Sonreí ante el resultado, lucía como una persona diferente. Miré el vestido que me regaló mi hermana y me sentía feliz.

No me malentiendan, me gusta ser hombre, pero cuando me visto, me maquillo y me peino como una chica, me sentía feliz, me sentía feliz con lo que veía en el espejo, por que ya no era la misma persona, me sentía...extrañamente..."hermosa".

Toqué el espejo, sintiéndome cómodo con esta faceta de mi mismo.

Pero mi sonrisa desapareció al instante al escuchar llegar a mi padre, no se supone que vendría tan temprano.

Me cambié toda la ropa, la peluca y todo lo escondí de nuevo en esa vieja maleta, mi padre me llamó para cenar, odiaba cuando hacía eso, no es como si realmente quisiera comer conmigo, solo era tener un interrogatorio de como hacía mi vida, como si tuviera la obligación de decirle todo lo que él quería escuchar. Para él era así, siempre queriendo estructurar mi vida.

Controlándola.

Me quité rápidamente el maquillaje y bajé antes de que se enojara.

—Tardaste ¿Que estabas haciendo?— dijo mi padre sin siquiera verme.

—Estaba descansando después de practicar

Mentira

—Que bueno— desvió su mirada de mi, pero rápidamente la regresó, especialmente a mi rostro— ¿Que tienes en los labios?

—¿De que hablas?

Me miré en el espejo de la sala y aun quedaban rastros de brillo labial en mis labios.

—Papá, yo puedo explicarlo...— me miraba con una expresión indescifrable, pero podría jurar que no era con buenas intenciones.

—¿Hay algo que me quieras decir, Mark?— dijo él con repudio, casi como si supiera lo que realmente era; el siempre preguntaba, sospechoso de mi respuesta y su tono era como si solo quisiese que confesara. El esperaba latente mi respuesta, solo esperando tener una excusa para explotar.

—Claro que no— dije tratando de imitarlo, aunque en el fondo me fracturaba tan frágil y rápidamente que no me reconocía.

—¿Entonces...?

—Yo...—tomé una bocanada de aire—... Me atrapaste, estuve con una chica después de la práctica— rápidamente cambió su semblante.

—Entonces no hay problema— el resto de la comida lo pasamos en silencio, yo comí lo más rápido que pude y me fui a mi cuarto.

Cuando cerré la puerta, solo me recargué en ella y solté un largo suspiro, despojando de mi cuerpo toda la tensión que había en el.

—Soy patético— musité al ver mi reflejo en el espejo.


Fecha de publicación: 04/10/17

Fecha de edición: 19/04/22

Esta es mi primera historia, espero les guste :)

Él es HermosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora