TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|

Capítulo 8 | PÁNICO

Hola a tod@s!!!!

Primero que nada, quiero agradecer por permanecer pendientes de la actualización.

Hubo días en que sentí que no podría continuar con la historia, estaba deprimida y mi cerebro se apagó este tiempo. Perder a alguien que quieres y con el que compartiste grandes momentos; es difícil, sobre todo por la forma tan cruel que se fue.

El caos y dolor que dejó el sismo en mi país, es duro de asimilar, todavía hay quienes se encuentran levantando sus hogares y quienes aún buscan con desesperación a sus familiares que se encuentran extraviados.

Agradezco infinitamente sus palabras de apoyo, el hecho de que siguieran conmigo y no abandonaran esta y mis otras historias, realmente me volvía a la vida.

En fin... Basta de tristeza y vayamos al capítulo, que es lo que ustedes han estado esperando.

Adam jadeó y se tropezó en la esquina del ascensor. Su garganta se cerró, apretando los ojos con fuerza, contó de diez hacia atrás, tratando de recordar sus técnicas de respiración, tratando de evitar volverse loco, y de entrar en estado de pánico.

Sintió que algo se movía a su lado, murmullos y un suave apretón a su hombro, pero él continuaba tratando de respirar y de mantener la calma, la claustrofobia comenzó a arañar su camino hasta su garganta, años de terapia lo habían ayudado a superar su miedo a espacios cerrados, aunque todavía sentía que se ahogaba en algunas ocasiones.

Pero una cosa eran los espacios cerrados y otra, los espacios confinados sin luces. Eso, de ninguna jodida manera. El latido de su corazón alentándose y la tirantez de su pecho le dijo que estaba llegando a su punto de quiebre.

Tuvo la sensación de que algo se asentaba en su hombro, abriendo los ojos lentamente se encontró con la imagen borrosa de una mujer a su lado. Estaba en seis cuando su visión se aclaró y se encontró con la mirada inquisitiva de su regordeta vecina.

Y, sorprendentemente, mientras más se enfocaba en ella, más rápido remitía el pánico o, al menos, no empeoraba y se ahogaba en un temor que le cerraba no solo las vías respiratorias, sino también la mente.

—Oye, ¿estás bien? —su suave voz se coló por los oídos de Adam, quién intentaba mantenerse enfocado en sus ojos avellana.

Su voz denotaba preocupación al igual que sus ojos.

—¿Hay alguien allí? —gritó una voz desde el exterior.

—Sí, estamos atrapados —ella lo miró una vez más, comprobando que él no perdiera el conocimiento.

—Señorita Grecia, lo lamento, se ha ido la luz en este lado de la ciudad, trataremos de sacarla de allí lo más pronto posible... ¿Hay alguien más con usted?