Capítulo 16 | AMIGOS

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Para Adam no existía algo más hermoso que ver a Grecia sonreír y eso era algo que ella no había hecho últimamente. Mientras más la miraba, más se convencía de que los sentimientos que él tenía hacia ella habían cambiado.

No podía verla ya como una amiga, él la quería de manera diferente, quería que ella lo mirara como algo más que solo amigos.

Ya había pasado una semana desde la llegada de Lauren a Bahía Azul, las cosas seguían tensas, cada vez que él se cruzaba con ella, los malos recuerdos lo invadían, pero inmediatamente se borraban cuando miraba sonreír a Grecia.

—¿Estás bien? —preguntó, mirándolo con esos hermosos ojos que poseía y que, sin saber, hacían que el corazón de Adam se saltara un latido.

—Sí, ¿por qué lo preguntas?

—Porque no has probado bocado desde que llegamos.

—No tengo hambre.

—Deberías comer, aunque sea solo un poco, mañana tienes una pelea —le recordó.

—Lo sé —suspiró—, pero el apetito se me ha ido.

Grecia entrecerró los ojos y exhaló. Adam sonrió ante su gesto de enfado, que más bien parecía un berrinche de una niña pequeña. Entonces, una idea comenzó a rondarle por la cabeza.

—¿Grecia?

—¿Mmmm?

—¿Quieres ir a cenar conmigo mañana después de la pelea?

Ella abrió los ojos sorprendida y tosió para no ahogarse con el agua que había tomado.

—¿Cenar? —preguntó—. ¿Cómo en una cita?

—Sí, como en una cita —afirmó—, solo que, no será una cita en sí, más bien será una cita de amigos —se apresuró a decir, ya que probablemente Grecia se asustaría.

La chica se quedó callada, mirando a Adam como si a este le hubiesen salido un par de ojos extras. Adam suspiró, si que había imaginado que algo así sucedería, que ella se negaría a estar a solas con él.

—Bien —murmuró, haciendo que él la mirara con una expresión de asombro.

—¿De verdad?

—Sí, además, no tengo nada qué hacer mañana.

Él sonrió.

—¿Y a dónde se supone que iremos? —preguntó.

—Será una sorpresa.

Grecia hizo una mueca, algo que a Adam le pareció sumamente hermoso, puesto que su nariz se fruncía como la de un conejo.

—¿No te gustan las sorpresas?

—Ella y yo no nos llevamos muy bien —susurró, bajando la cabeza y soltando un suspiro melancólico.

—¿Puedo preguntar por qué?

—Uhmmm, ¿si te lo digo, prometes no reírte?

—Lo prometo.

Adam se preparó para una anécdota divertida, olvidando que todo en la vida de Grecia carecía de ello; en la vida de la chica que tenía frente a él, no existían los momentos divertidos, su vida era gris; opaca, una vida sin color.

—Cuando tenía diez años, tenía la ilusión de que mis padres realizaran una fiesta sorpresa para mí. Entonces, una noche los escuché hablando sobre ello, me emocioné porque al fin mi sueño se haría realidad —dijo, soltando un suspiro—, llegó el día en el que se supone que celebrarían mi cumpleaños, pero la sorpresa no era otra si no un vestido horroroso de los años cincuenta, la tela me picaba, pero mi madre me obligó a ponérmelo.

TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora