Capítulo 29 | AL DESNUDO

4.5K 377 91
                                    


Grecia vaciló entre estar nerviosa y calmada, no podía contener las millones de emociones que se despertaron en su interior y bullían deseosas de salir fuera de su cuerpo.

Adam notó el cambio y justo cuando ella se desplomaba sin fuerzas, él la atrapó entre sus brazos.

—¿Qué demonios es lo que dijiste? —preguntó Georgio, mirando a su hijo con gesto severo.

—La verdad. Además, ahora no es momento para tus reclamos —respondió, volviendo su atención a Grecia y Adam—. Necesitamos llevarla al hospital —dijo, refiriéndose a este último.

Adam solo asintió y tomó en brazos a Grecia, cargando con ella hasta dónde se encontraba estacionado el auto de Heracles.

Llegaron al hospital quemando llantas, Adam se apresuró y bajó del auto, cargando a Grecia en brazos entró a toda prisa.

—¡Necesito un médico! —gritó.

La recepcionista rápidamente llamó a un par de enfermeros que se hicieron cargo de llevar a Grecia a la sala de urgencias.

Quince minutos más tarde, Adam caminaba de un lado a otro en la sala de espera, mordiéndose las uñas y rascándose la cabeza, con los nervios a flor de piel y el pecho encogiéndose al tamaño de una semilla.

—Familiares de la señorita Martinelli —el doctor apareció, cargando consigo una carpeta de expedientes.

—Yo... soy su hermano —se apresuró Heracles—. ¿Cómo está mi hermana?

—Ella está bien, solo sufrió un colapso nervioso que, gracias a Dios, no terminó en más que solo un desmayo.

—¿Eso quiere decir que ella está bien? —preguntó Adam.

—Así es. En cuanto pase el efecto del sedante podrá irse a casa.

—Gracias doctor.

El médico solo asintió y se retiró. Adam y Heracles se miraron entre sí y se desplomaron en las sillas.

—No debí decirlo —murmuró Heracles—. Debí haberme quedado callado.

—Cielo, no digas eso... Grecia tenía derecho a saberlo —lo consoló Joanna.

—Pero no así —exclamó—. Debí tener más tacto y no haber sido un completo insensible de mierda.

—A ella le hubiera dolido más si tú te hubieras quedado callado y no le hubieses dicho la verdad a pesar de saberla —comentó Adam, mirando hacia la pared.

Heracles lo miró y se llevó las manos a la cabeza, sintiéndose impotente.

🔨🌇

—¡¿Cómo que no la encuentran?! —gritó Adam, preso de una rabia descomunal.

Heracles parpadeó y miró al doctor. —¡¿Cómo es posible que no sepan dónde está mi hermana?!

—Señor Martinelli, lo lamento, pero la dejamos en la habitación, ella estaba sedada, ahora que he ido a checarla, la habitación estaba vacía.

—Maldita sea —exclamó Adam, saliendo del hospital a toda prisa.

—Adam, espera —escuchó el grito de Mauricio pero no se detuvo.

Diez minutos.

Diez malditos minutos, ese era el tiempo que llevaba recorriendo las calles de Bahía Azul, buscando a Grecia y sin dar con ella.

Ni siquiera quería pensar que algo malo le hubiese sucedido, recorrió las calles, la buscó en los lugares que ella solía frecuentar, pero no encontró señales de ella, la desesperación lo estaba matando.

TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora