Capítulo 34 | AVELLANAS

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Días después...

—¿Grecia? —la voz de Carolina era de pura sorpresa.

—¿El señor Altamira está en su oficina? —preguntó, caminando decidida hacia la puerta que se encontraba al final del pasillo.

—Sí pero, él está ocupado... ¡Grecia! —gritó su amiga, pero la castaña no detuvo sus pasos.

Carolina no supo qué hacer, se debatía entre atender a los clientes o ir detrás de su amiga.

—Carolina, ¿dónde está Grecia? —preguntó un agitado Adam.

La morena lo miró con expresión confusa. —Ella... bueno, ella fue a la parte trasera, a la oficina del señor...

Adam ni siquiera esperó a que Carolina terminara de hablar.

La puerta de la oficina del señor Altamira se abrió de par en par atrayendo la atención del hombre.

—Grecia, cariño... —balbució el hombre, mirando a la castaña con gesto contrariado.

—¿Es verdad? —preguntó.

Altamira parpadeó. —¿Qué?

—¿Usted y mi madre... fueron... amantes?

Él palideció instantáneamente. —Grecia...

—Dígame la verdad —exigió—. Necesito la verdad.

Adam se detuvo a unos cuantos pasos, fijando sus ojos en la espalda de la chica que llevaba clavada en su corazón.

El señor Altamira respiró hondo y soltó el aire lentamente. —Sí. Tuve una relación con tu madre —confesó—, pero eso sucedió hace ya muchos años; tú ni siquiera habías nacido.

Las lágrimas corrían libres por las mejillas de Grecia, desmoronándose por completo, cayó sobre sus rodillas.

—Cielo... —Adam la abrazó a él, depositando un beso en la cima de su cabeza.

Fernando Altamira miró a la chica que yacía sobre sus rodillas y no pudo evitar que el pecho se le contrajera en dolor a causa del daño que le había causado a Grecia.

—¿Por qué? —preguntó, dolida.

—Grecia...

—¿Por qué nunca me dijo que conocía a mi madre?

—No quería que creyeras que por ella estaba dándote el trabajo.

—Necesito que me diga la verdad, necesito saber cuánto tiempo usted y mi madre fueron amantes.

Altamira fijó sus ojos cafés en Grecia. —Eso es algo que prefiero guardarme.

Grecia miró a Adam. —Déjame a solas con él —pidió.

—Cariño...

—Por favor —suplicó, él asintió y después de ayudarla a ponerse de pie, se marchó, dejándolos a ambos solos.

Una vez que Adam se marchó, Fernando se concentró en no causarle más dolor a la chica que tanto quería.

—Dígame cómo empezó todo —dijo, mirando al hombre.

—Grecia, no puedo hacerlo... hace años me prometí a mí mismo que olvidaría cada detalle de esa relación.

—Se lo suplico —pidió, con lágrimas en los ojos.

Altamira suspiró y volvió a sentarse en el sillón de cuero, juntando sus manos en el escritorio, fijó sus ojos en Grecia.

—Conocí a tu madre hace muchos años atrás, yo acababa de volver a la ciudad por las vacaciones de verano y... la encontré llorando en una de las bancas del parque, sabía quién era ella, los Martinelli dominaban la ciudad entera y era imposible que nadie supiera sobre ellos —suspiró—, me acerqué a ella y le pregunté si se encontraba bien, me miró y las lágrimas se desbordaron de sus ojos y se aferró a mí como si yo fuese un salvavidas...

TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora