Capítulo 9 | ANHELAR

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Imbécil.

Esa fue la primera palabra que vino a la mente de Adam. Maldito imbécil, porque, sintió como si le hubiesen tirado un balde de agua helada en la cara.

La imagen se repetía en su mente una y otra vez, mientras daba vueltas en la cama. ¡Por los clavos de cristo! ¿Por qué carajos le molestaba tanto el hecho de que su vecina abrazara a otro hombre? No era como si él quisiera algo con ella, ¿o sí?

Esa tarde, después de haber pasado más de una hora con ella, encerrados en el ascensor, pudo darse cuenta de que era una chica diferente, ella hizo todo lo posible por mantenerlo en control y distraído para que no sucumbiera al pánico. Grecia se preocupó por él, hizo lo que nadie había hecho nunca; tratar de mantenerlo enfocado en una conversación sin sentido.

Mientras daba vueltas en la cama, no dejaba de recordar el momento en el que ella había reído, provocando que él dejara atrás su miedo, la manera en la que el sonido de su risa lo había tranquilizado. La conversación con ella resultó ser de lo más interesante, aunque el tema de conversación no era precisamente de cosas que solías hablar para engatusar a una posible conquista. Todo había resultado ir bien, hasta que, fueron rescatados y entonces aquel hombre había aparecido, estrechando a su vecina entre sus brazos.

¡Demonios! —Se levantó de la cama y salió al pasillo, chocando contra la mesita que estaba fuera de su habitación.

Ya en la cocina, tomó un vaso con agua y se dirigió al balcón, esperando que la brisa fresca lo relajara y por fin conciliara el sueño.

El cielo estaba estrellado, y algunas personas todavía se encontraban fuera de sus casas; Adam no tenía la intención de encontrarse con Grecia, pero, cuando volteó, se la encontró sentada en una de las sillas reclinables.

Ella le sostuvo la mirada e hizo algo que lo desarmó por completo; le sonrió.

—¿Ahora somos amigos? —Espetó. La sonrisa de ella se borró al instante.

—Acabo de darme cuenta que no; disculpa.

El tono triste de su voz fue como un cuchillo clavándose en las entrañas de Adam; no tenía la intención de ser grosero, solo era el hecho de que no quería caer de nuevo en las garras de una mujer.

—Lo siento —expresó—. Es solo que... Sí, te agradezco por lo que hiciste por mí en el ascensor, pero no creo que...

—Ese sea motivo suficiente para que entables una amistad conmigo —terminó ella—. Lo entiendo, créeme que lo entiendo.

—Mira, la cosa es que...

— ¿Grecia? —Adam vio salir al hombre que la había abrazado en la tarde, restregándose los ojos con evidente sueño—. ¿Todo está bien?

—Sí —contestó ella—. Vuelve a la cama Heracles, todo está bien.

— ¿Segura? —Sus ojos viajaron a Adam.

—Sí. Solo estaba deseándole buenas noches al vecino... Vamos, estoy cansada y quiero dormir.

Adam se quedó con los pies anclados en el piso, observándolos entrar al departamento y cerrar la puerta del balcón. Lo último que vio fue la gélida mirada de su vecina antes de que corriera las cortinas.

—Soy. Un. Imbécil.

🔨🌇

La mañana siguiente, Adam se despertó con un dolor de cabeza que podría ser el equivalente a miles de alfileres clavándose en su cerebro.

No tenía intención de salir, lo único que quería era quedarse en cama durante el resto del día y olvidarse de todos y cada uno de sus problemas. Solo que sus planes fueron cambiados cuando Aiden lo llamó vía Skype.

TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora