Capítulo 43 | OBSEQUIO

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Despertar acurrucado con la mujer que amaba hizo sonreír a Adam, una sonrisa que no pudo borrar de su cara mientras dejaba dormir a Grecia e iba al Starbucks por café y bocadillos, así no atacaría su cuerpo de nuevo.

El día era parcialmente tranquilo y dio gracias al cielo porque el establecimiento no se encontrara atiborrado de gente todavía. Tomó el teléfono del bolsillo de su pantalón mientras tomaba las tazas de café.

—Papá —exhaló—. ¿Sucede algo?

—Sí —respondió el hombre, con voz entrecortada. Los sentidos de Adam se elevaron por encima de lo normal, con las palpitaciones de su corazón acelerándose—. Necesito que vuelvas a casa —dijo, en una exhalación—. Te necesito.

Esas dos palabras bastaron para desequilibrarlo por completo.

—¿Le pasó algo a mamá? —preguntó, con temor de escuchar la respuesta.

—No, no se trata de tu madre, se trata de mí y de la empresa. Tengo problemas.

—¿Qué clase de problemas? —cuestionó, un poco más aliviado.

—He perdido un contrato millonario con la agencia gubernamental de la embajada peruana.

Adam suspiró, dejando salir el aire tan lentamente. —¿De cuánto estamos hablando?

—No creo que debamos hablar sobre esto por teléfono. ¿Vendrás a casa?

—No lo sé. No creo poder por ahora, ¿qué ha dicho Diane sobre este problema?

—Quiere hablar contigo, de hecho, está abordando el jet privado para encontrarse contigo en Florida.

—Papá, no quiero darte falsas esperanzas, pero no creo poder ir a casa, no mientras mi madre siga con esa actitud grosera hacia mi esposa.

—Entiendo, hijo. Solo pensaba que tal vez, podríamos charlar, de verdad necesito tu ayuda, necesito tu apoyo.

—Veré qué puedo hacer —dijo, suspirando—. En este momento tengo varias peleas programadas, no puedo simplemente desaparecer y dejar todo a la deriva.

—Bien, espero que puedas hacerte un espacio, si no, Diane te contará todo en cuanto llegue a Florida.

Después de despedirse de su padre, colgó la llamada e hizo su camino de vuelta al hotel.

Una sonrisa boba adornaba sus labios, recargándose contra el marco de la puerta, fijó sus ojos en la mujer que dormía plácidamente en su cama, envuelta en sábanas blancas. Ella se removió y luego parpadeó, acostumbrándose a la luz del sol que se colaba por las ventanas.

—Buenos días —dijo, caminando hacia ella.

Grecia lo miró, con ojos entrecerrados. —Buenos días, ¿qué hora es?

—Son más de las nueve —respondió, besándola en los labios.

—¿No crees que es muy temprano? —inquirió—. Además, aún no me lavado los dientes y luzco como un espantapájaros.

Él sonrió un poco más. —Luces hermosa —señaló—. Tan malditamente caliente.

—¿Bromeas?

—No. No lo hago. ¿Tienes idea de lo mucho que te extrañé?

—No la tenía. Hasta ayer pude darme cuenta de que tú y yo no estamos hecho para estar separados el uno del otro.

—Imposible negar ese punto, señora Taylor.

—¿Qué haremos al respecto?

Él se encogió de hombros. —No lo sé. Dímelo tú.

TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora