Capítulo 49 | SÍ, ACEPTO

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Saliendo del baño, con la toalla envuelta en su cintura, Adam revisó nuevamente su bandeja de entrada en el smartphone, pero no tenía ninguna llamada ni mensaje de la mujer con la que se casaría en unas horas.

Colocándose el bóxer, dejó que su mente vagara y se imaginara cómo se vería ella; cuando se casaron en Nueva York, había sido con prisas y con el miedo de que su madre o Lauren hicieran algo para separarlos, así que le había quitado su sueño de llegar vestida de blanco al altar.

Ahora era diferente, ella había tenido el tiempo suficiente para planear la boda que quería, para escoger un lindo y elegante vestido de novia y él no tenía la menor duda de querer convertirla en su esposa realmente, esta vez sin temores y sin miedos.

Soltando un suspiro, miró a través de la ventana, la playa se hallaba muy cerca, Grecia le había dicho que era como quería su boda, teniendo de testigo el mar, las olas rompiendo en las rocas, el aire fresco golpeando su rostro, y él había querido darle eso, hacerla feliz aún con las más insignificantes cosas.

🔨🌇

Los organizadores estaban terminando de montar todo, revisando que las cosas estuvieran en perfecto orden y perfectamente puestas en sus respectivos lugares.

Se colocó el pantalón sin abrochárselo, mientras descolgaba la prístina camisa blanca. Bien, hacía tiempo que había dejado atrás los trajes, pero necesitaba estar a la altura, los nervios ya estaban haciendo estragos en él y lo tenían balanceándose en borde.

Una vez vestido, Adam se miró en el espejo de la habitación, mientras tomaba los gemelos de plata y se los colocaba. Tomó la corbata y la deslizó por el cuello de la camisa, pero tardó en anudarla más tiempo del que pretendía, y aún así, la cosa parecía quedar de alguna manera, hecha una bola de arrugas.

No podía hacer el nudo.

No con las manos temblándole como gelatina. Soltando un gruñido y finalmente dándose por vencido cuando la corbata terminó luciendo como una serpiente enroscada en su cuello, salió de la habitación para pedir ayudar. Sí, él. El genial y asombroso Adam Taylor, el luchador profesional, campeón de los semipesados, preguntándole a otros idiotas cómo vestirse. De verdad que era algo digno de ver.

—¿Alguien sabe qué hacer con esta estúpida corbata? —exclamó.

Sus ojos se abrieron de par en par al bajar el último escalón y enfrentarse ante la vista de todos los miembros del cortejo nupcial, los cuales estaban completamente vestidos; incluyendo las benditas corbatas. Aparentemente él era el único imbécil que no podía atar la maldita cosa.

—Es sencillo —escuchó la voz burlona de Braxton, sus ojos volaron a él—. Primero, por arriba, luego por abajo, alrededor y a través —señaló, girando las manos, intentando explicar su punto.

—Realmente, Heracles ató las nuestras —confesó Max, y Braxton lo miró con el ceño fruncido por no haberle permitido joder a Adam.

—¿Heracles? —inquirió, con gesto sorpresivo.

—Sí y ya sé cómo suena eso —masculló Jeremy—, pero créeme, realmente nos dejó en la puta vergüenza —dijo, señalando al hombre en cuestión, quien se ruborizaba y a la vez intentaba lucir como un tipo duro—. No le digas a nadie.

—Bueno, qué quieren que diga, nací y crecí en una familia italiana tradicional, mi abuela se encargó de prepararme para asumir algún día el control de la familia —expresó Heracles.

Dejando el vaso de cristal en la mesita del centro, Heracles caminó hacia él.

—Siéntate, voy a dejarte como muñeco Ken.

TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora