Capítulo 13 | ENTENDER

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—¿Grecia?

Los ojos de Grecia se ampliaron al ver al hombre que acababa de entrar a la habitación. Sin poder detenerse, corrió hacia él y lo abrazó por la cintura, necesitando el contacto, necesitando su compañía.

—Heracles —susurró, aferrándose a su hermano y dejando que las lágrimas cayeran libres por sus mejillas.

—Mi pequeña —murmuró su hermano, abrazándola más a él y depositando un beso en la cima de su cabeza—. Me has pegado un susto de muerte Grecia.

—Lo siento.

—Los dejaremos solos, para que puedan hablar —la voz de Adam la hizo mirarlo, sonaba como si se estuviese conteniendo por algo.

Heracles asintió y se limitó a seguir abrazando a su hermana, aunque notó que la mirada de ella se quedó pegada a la espalda del hombre que minutos atrás le había abierto la puerta.

—¿Cómo me encontraste? —preguntó.

—No sabía dónde estabas, así que le pregunté al señor Benítez si te había visto, él me dijo que tu vecino te había traído empapada, casi desnuda y que te había subido aquí, a su departamento.

—Sí bueno...

—Así que toqué a su puerta y en cuanto me abrió, le di un puñetazo.

Los ojos de Grecia se abrieron como platos. —¿Lo golpeaste?

—¿Qué querías que hiciera?, el miserable te tiene aquí y estás usando una sábana, ¿cómo crees que se ve esto Grecia?

—Yo... Sí, tienes razón. Es solo que cuando salí de casa...

—Nena, lo entiendo. Sé que las palabras de papá fueron hirientes, demasiado.

—No les importo Heracles, papá y mamá no me quieren.

—Cariño, aunque nuestros padres sean unos... tú siempre serás mi hermanita, la mejor de las mujeres que hay en este planeta.

—Arruiné tu compromiso.

—Claro que no. Yo jamás me casaría con alguien que no te trate como lo que eres, una hermosa princesa.

—Sabes que desde hace mucho dejé de creer en eso.

Heracles suspiró y volvió a abrazar a su hermana, haciéndole saber que jamás la abandonaría, y que él estaría para ella siempre.

—¿Por qué no me quieren? —sollozó aferrándose más a él—. ¿Tan horrorosa soy que lo único que les provoco es asco?

—No... No Grecia, tú eres hermosa, muy hermosa. Jamás dudes de eso.

—¿Entonces?

—Papá y mamá son tan ciegos, ellos no se dan cuenta que tú eres una princesa, ellos solo ven el exterior, no les importan los sentimientos.

—Ellos no son los únicos.

—La sociedad apesta —dijo, mirándola a los ojos.

Heracles amaba a su hermana, desde la primera vez que la vio en los cuneros del hospital, se había enamorado de su hermana, se había prometido ser el mejor hermano mayor para cuidarla y protegerla de todo lo malo. Grecia era la luz de sus ojos, la razón por la que nunca había abandonado Bahía Azul.

Desde pequeños, él había odiado la forma en que sus padres la trataban, su corazón se partía en mil pedazos cada vez que la veía llorar. La unión que había entre ellos era insuperable.

TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora