Capítulo 5 | ACOSO

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Adam estaba cien por ciento seguro de que lo despedirían, el señor Gonzales parecía dispuesto a echar su trasero a la calle.

—¿Y bien? —preguntó el hombre, tenía el rostro serio y la mirada fija en Adam.

—Seré sincero con usted y le diré que no me arrepiento en lo absoluto de lo que hice. Víctor se lo merecía —respondió.

—Sé que lo merecía —le dijo el hombre de cabello negro—. Muchacho, sé que te molestaba, y créeme cuando te digo que me agradó saber que le propinaste una buena golpiza —Adam parpadeó con asombro—. La cosa aquí es que, tendré que despedirte, Víctor Rivera es el hijo del dueño de la constructora para la que trabajamos, no quiero hacerlo, pero...

—Lo comprendo señor Gonzales —dijo, tomando su mochila y poniéndose de pie para salir de la oficina—. Créame cuando le digo que no era mi intención causarle problemas.

—Muchacho... —las palabras quedaron atrapadas cuando la puerta fue abierta y un hombre de cincuenta años entró.

Adam miró al hombre, tenía aspecto de ejecutivo, lucía un traje gris y una corbata verde limón "mala combinación" pensó, sus ojos eran negros y su cabeza estaba cubierta por una cabellera blanca. Su rostro mantenía una expresión seria.

—¿Quién es el chico? —Preguntó con voz cargada de enojo.

Gonzales tragó y miró nervioso a Adam.

—Señor Rivera... Tiene que entender que...

—Taylor, padre —habló una voz detrás del señor Rivera—. El que tienes justo frente a ti—. Víctor apareció al lado de su padre.

Rivera miró a Adam de pies a cabeza y sonrió de lado, mostrando su perfecta dentadura postiza.

—¿Sabes lo que has hecho muchacho? —le preguntó, mirándolo con aire de suficiencia—. Has cavado tu propia tumba.

Adam sonrió. —No lo creo señor.

—¿Así que eres respondón?

—Señor Rivera... —interrumpió Gonzales, tratando de calmar la situación.

—Mejor mantén tu boca cerrada —amenazó Rivera—. Nadie toca a mi hijo y sale ileso de ello.

—¿Y su hijo cuantos años tiene? —preguntó Adam—. Porque yo creo que ya está lo suficientemente grande para saber defenderse solo.

—Escúcheme bien señor Taylor —amenazó con voz ronca.

—No, escúcheme usted —dio un paso al frente—. Yo estaba bien, trabajando como todos los demás, pero su hijo no dejaba de molestarme, no dejaba de insultarme y tirarme piedras en la espalda. Todos tenemos un límite y su hijo sobrepasó el mío.

—Mi hijo...

—No he terminado —el hombre se quedó en silencio nuevamente—. Si usted dejara que él solo peleara sus batallas, le haría un enorme favor, créalo.

Con eso, tomó su mochila, se la colgó al hombro y salió de la oficina del señor Gonzales.

Los empleados lo miraban cómo si fuese hombre muerto, no le importaba. Él ya se sentía así desde mucho tiempo atrás, desde el momento en el que su vida había cambiado drásticamente.

Mientras caminaba a casa se preguntó si la pequeña le había dicho algo a su vecina, algo como que él había irrumpido en su casa, más bien en su balcón y la había grabado mientras ella intentaba bailar al ritmo de Rihanna.

🔨🌇

Los ojos avellana de la chica regordeta se ocultaban detrás de unas gafas de montura metálica, y su mirada estaba fija en el libro que sostenía en sus manos, llevaba puesto unos audífonos rosas en sus oídos y la mochila negro con blanco colgaba en su espalda.

TKO [Knockout Técnico]© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora