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C U A R E N T A  Y  C I N C O

Tal vez no hoy, tal vez tampoco mañana, pero si tú sonrisa es la misma en mil años al verme

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Tal vez no hoy,
tal vez tampoco mañana,
pero si tú sonrisa es la misma
en mil años al verme...
tal vez mis ojos
puedan amarte otra vez
-
Fragmento de Mil Años de Ian Brooks
-


La fiesta continúa y yo no puedo ocultar mi tristeza. No tenía idea que las bodas durarán tanto. Los zapatos altos me cansan, estoy odiando el bonito vestido y muero por lavarme el cabello.

Estoy sentada viendo a todos disfrutar de la fiesta, celebrando con enormes sonrisas y bailando sin parar. Y yo estoy tan triste.

Ni siquiera yo misma entiendo que estoy sintiendo y no hay manera de que lo entienda a él.

Tengo que irme, tengo que salir de aquí, y no hablo sólo del evento. California me enferma, me pone mal y no soporto un minuto más aquí.

Unos dedos delgados tocan mi hombro y me sacan de mi trance. Mamá.

- Tenemos que hablar.

- Mamá ¿te parece que sea mañana? No quiero arruinar la boda de Beth. Además no me debes ninguna explicación.

- Lana, ¿Que opinas sobre mudarnos juntas? -Dice de pronto y de pronto no estoy triste, sino desorientada. Molesta.

Wow. Eso si que no me lo esperaba.

- ¿Tu en New York conmigo? Mamá, ya tengo compañera de piso, ademas odias la ciudad.

- No tengo a donde ir -Dice de golpe y siento un golpe, un dolor, un nudo.

- Hablaré con papá, no te preocupes, decide dónde quieres vivir y él te dará lo necesario. Pero estoy mucho mejor lejos de todos, no te lo tomes personal, pero sinceramente estoy bien así.

Mamá se pone pálida. Supongo que no esperaba esa respuesta de mi parte, y para ser sincera yo tampoco.

Me levanto y salgo del lugar. En mi pequeño bolso busco mi celular para pedir un transporte hasta casa. Que bueno sería poder buscar uno directo a New York.

Cuando estoy aceptando la tarifa alguien me quita el celular de las manos. Se de quien se trata sin necesidad de verlo porque desde que salió por la puerta principal percibí su aroma.

- ¿Necesitas un transporte? Yo te llevo. -Enarcó ambas cejas y lo miro directo a los ojos.

- Eres bipolar ¿cierto? -Una carcajada sin gracia sale de mi sistema.

- Te debo más de una disculpa... es que agh -Se queja- Esperaba que verte me resultara más sencillo, pero ver al imbecil ese aquí me confundió más. Perdóname Lana, hazlo por favor -Junta las palmas de sus manos frente a su pecho y termina haciendo algo que me sorprende realmente, literalmente se arrodilla- perdóname por todo, por engañarte, por ocultarte la verdad, por no incluirte en mis planes y por sobre todas las cosas... herirte cada vez.

El día que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora