Dicen que "El Primer Amor" nunca se olvida. Y hasta cierto punto es cierto. A pesar de como haya sido la relación, los recuerdos quedan.
Si el par se vuelve a encontrar a través de los años, esos recuerdos regresan, despiertan sentimientos que creí...
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"Hablar, hacerlo sin doble intención Estar cerca sin tocarte Escucharte sin preocuparme ¿A quien le mentimos? Si estamos aquí, es por que nos necesitamos, nos queremos, nos amamos" - Fragmento de Mil Años de Ian Brooks
No dejo de pensar en lo sencillo que fue que termináramos, sin reproches, sin insistencias. Bueno, solo un poco pero ninguno de los dos se hizo del rogar, si no más bien fuimos firmes y maduros. Ambos conscientes de que era lo mejor. Pero sin duda que lo extraño. No han pasado muchas horas y ya quiero correr y abrazarlo, por lo menos hubiera sido lindo despedirnos ya que no me acompaño al viaje que planeamos juntos. Max es lindo, es grandioso. Por un momento pasa por mi mente la idea de que el asunto de Chris fue solo una excusa para ambos. Pero algo en mi pecho dice otra cosa, mi corazón dice que regrese y hable con él, que nos demos otra oportunidad.
Trato de pensar en otra cosa pero en las charolas de mi balanza solo hay dos nombres, y estoy tentada a seguir pensando en Max.
— Maxwell —Su nombre se escapa de mis labios y de inmediato, un nombre más corto me interrumpe— Ian.
Sentir la sospecha de que algo sucederá, estar consciente de que si haces algo tendrá una consecuencia.
La tercera ley de Newton es clara al respecto, siempre que se genere una acción habrá una reacción equivalente.
Es decir, si salto del avión en el que voy sin paracaídas seguro moriré. Pero si continúo mi viaje a California seguro me romperán el corazón, otra vez. Supongo que Newton nunca pensó que la expresión de sus cálculos se utilizaría para hablar de un corazón roto, pero se podría decir que la interacción que incluye la tercera ley es una relación recíproca entre dos cuerpos diferentes que se afectan entre sí. Y vaya que el cuerpo de Ian me afecta.
Hay una probabilidad del noventa y cinco por ciento de que vea a Ian si estoy en California. Y no me siento preparada para eso. La última vez que estuve en la ciudad fue para la boda de Liam y Beth, mi memoria no me falla, esa noche las cosas no terminaron bien. Mi cuerpo también salió afectado y no estoy segura si quiero que vuelva a suceder o no.
Cuando le marque a papá ayer por la noche emocionado me dijo que todos tenían ganas de verme, no dudó ni un segundo en comprar el boleto de avión. Por esa razón apenas amaneció y llegue al aeropuerto y ya estoy volando rumbo a California, a punto de llegar. Sin la oportunidad de haber descansado y con demasiadas cosas rondando en mi cabeza.
Lo sé, no han pasado ni veinticuatro horas desde que Max y yo terminamos y yo ya estoy pensando en alguien más. Pero Ian no pide permiso para entrar a mis pensamientos e instalarse en ellos. Pero mi cerebro, mi corazón y algo más dentro de mi sistema, deben de entender que aún estoy de luto.
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Cuando el avión aterriza hago lo habitual, esperar que todos bajen y hacer lo mismo pero con muchísima paciencia. Decidí no traer mucho equipaje para tener una buena excusa y regresar lo antes posible. Además las vacaciones no inician hasta dentro de dos semanas y yo no puedo estar aquí más de tres días. Exclusivamente el fin de semana y me regreso, aunque papá no haya querido comprar el boleto de vuelta. Incluso si se niega a hacerlo, pagaré con mis ahorros universitarios para regresar.
