No protesto, ni pongo resistencia alguna, y me dejo llevar a donde Marc y David quieran. Solo necesito distraerme y olvidarme del puto día de hoy.
Tres cubatas y varios chupitos después decido que ya he bebido suficiente. Y al meter la mano en el bolsillo para sacar la pasta y pagar las copas me topo con la servilleta que la camarera me dio.
La imagen de su sonrisa, sus ojos y su cuerpo vienen a mi mente. Y sé que ya tengo la noche solucionada.
- Me largo.
Me levanto de la banqueta y Marc me sujeta por el brazo.
- ¿A dónde vas? ¡¡Aun no ha empezado la fiesta!!
Yo le sonrío y le muestro la servilleta.
- La mía va a empezar en diez minutos.
David y Marc rompen a reír a carcajadas mientras me alejo del bar de copas. Suerte que no está lejos del restaurante o no llegaría a tiempo de ver a Isabella. No traigo teléfono y no tengo como llamarla.
Estoy a unos diez metros de la puerta trasera del restaurante y la veo agachada cerrando la cancela. Se ha cambiado el uniforme y el pantalón que lleva le hace un culo perfecto. Me acerco sigilosamente en el momento en que ella se incorpora y al girar choca con mi cuerpo. Suelta un grito atronador y se lleva la mano al pecho. Un pecho firme y turgente que me llama a gritos.
- ¡Dios mío! Que susto me has dado.
Yo le muestro mi mejor sonrisa, la que sé de sobra que a las tías les encanta.
- No te preocupes mujer, no soy un lobo que venga a comerte.... o puede que sí.
Me acerco lentamente a ella y le falta ronronear. Aún no le he hecho nada y ya está a punto de caramelo. Me encantan las tías con apetito sexual.
- Espera, en la calle no.
Ella se vuelve a agachar, levanta la persiana del restaurante y nos metemos dentro del garito.
Solo le doy tiempo a bajar la persiana cuando la sujeto por la nuca, la pego a mi cuerpo y me acerco lentamente a sus labios. Antes de besarla la miro a los ojos, y observo que los tiene de color chocolate. Me descubro molesto porque no los tenga más oscuros.
Me acerco a su boca y comienzo a besarla o más bien a devorarla, pero sus labios no son tan carnosos como desearía.
Isabella me quita la cazadora que cae al suelo y yo introduzco la mano por la cintura de su pantalón hasta llegar a sus glúteos. La aprieto y la atraigo hacia mí, mientras dejo un reguero de besos húmedos por su mandíbula. Llego a la oreja y mientras le muerdo el lóbulo aspiro profundamente. El aroma que emana su pelo y su cuerpo no es el que a mí me vuelve loco. Me separo bruscamente y la obligo a darse la vuelta, pegándola contra la pared, quizás si la tengo de espaldas no note tantas diferencias.
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Los secretos de IZAN © EDITANDO
RomanceElla es brisa, él fuego, juntos un incendio incontrolable. Ella; marcada por una infancia traumática. Él; devastado por un terrible secreto del pasado. Un odio irresistible, una profunda desconfianza y aun así una pasión arrolladora y una atracción...