Capítulo 48; Gracias

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IZAN

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IZAN

Megan me está abrazando, estoy tirado en el suelo con la cabeza apoyada en el pecho de mi pelirroja que me acuna como si yo fuese un bebé. Me siento tan entumecido que me da exactamente igual no poder respirar y estar clavándome mil piedrecitas en el cuerpo. Me ha dicho que me concentre en los latidos de su corazón pero van tan acelerados que no me está ayudando demasiado. Me estoy asfixiando, y no me refiero solo de una forma física, llevar esta pesada carga sobre mis hombros durante tantos años está acabando conmigo.

No es hasta que rompo a llorar cuando consigo respirar, y cuando la primera bocanada de aire entra en mis pulmones me mareo. Me aferro a Megan como si ella fuese la tabla que me mantiene a flote en medio de una tempestad. Mis manos envuelven su chaqueta, adueñándose de ella, retorciéndola una y otra vez, mientras que ella me abraza con fuerza, consiguiendo hacerme sentir seguro. Ella tiene esa habilidad, me hace sentir como si estuviese en el ojo del huracán, una zona que permanece en calma mientras todo lo que hay alrededor es un auténtico caos. Ella es mi lugar seguro.

Las lágrimas no paran de salir de mis ojos y los silenciosos sollozos hacen que todo mi cuerpo se mueva de forma descontrolada. Estoy temblando y sé que si no me libero de toda la mierda que lleva tanto tiempo atormentándome y pudriéndome por dentro como un gusano en una manzana, esto terminará muy mal.

Cada vez los ataques de pánico y la ansiedad es mayor, y cada vez que sufro un ataque tan fuerte como el de hoy siento un calambre por la nuca que asciende hasta mi cabeza y consigue marearme.

Pero no es solo por mí, ella tiene razón. No puedo seguir haciéndole esto una y otra vez, se lo debo. Me siento tremendamente agradecido con esta mujer, que incluso sin entenderme es capaz de permanecer a mi vera. Incluso después de haberla tratado con la punta del pie y a pesar de no tener ni idea de lo que me pasa aquí sigue, a mi lado, sin pedirme nada a cambio. Reconfortándome y preocupándose por mí como jamás nadie en mi vida lo había hecho hasta ahora. ¿Pero cuánto tiempo más podrá soportarlo?

Me siento como si me viese desde fuera, como si la persona que permanece llorando en el suelo de una cuneta aferrado al cuerpo de su chica no fuese yo.

La abrazo más fuerte, y cuando ella imita mi gesto me insufla valor.

Comienzo a hablar, pero lo que escucho no me suena a mi voz, es la voz de un extraño, una voz rota por el dolor que relata una historia inverosímil digna de una película de terror.

-¿Recuerdas cuando éramos críos y nos veíamos a hurtadillas por las noches?

Megan aspira y escucho un sollozo. Está llorando por mí, y a través del llanto es cucho un tímido "sí".

-Era la mejor parte del día para mí. Siempre estaba deseando verte a solas y conseguir que sonrieras y que me hablaras de todo lo que pasaba por tu cabeza. Me fascinabas, y después de tantos años sigues haciéndolo.

Los secretos de IZAN © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora