Capítulo 57; Estoy bien.

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IZAN

Me pesan los párpados. Trato con todas mis fuerzas de separarlos pero no lo consigo. Quiero abrir la boca, llamar a alguien, pedir ayuda. Pero soy incapaz, mis cuerdas vocales no responden. ¿Qué me pasa? ¿Estoy dormido?

Centro toda mi atención en los dedos de la mano, obligo a mi cerebro a mandar la señal y noto levemente el tacto de algo áspero en las yemas de los dedos. Repito el proceso, concentro todos mis esfuerzos en ese simple gesto y lo consigo. Vuelvo a mover los dedos.

Bien, si he podido mover las manos puedo mover los párpados. Vamos Izan, inténtalo.

Siguen pesando, siento el cuerpo adormecido, las extremidades como si fuesen plomo. Nunca he dormido de esta forma. Necesito abrir los ojos. Sé que hay alguien importante a quien tengo que ver, aunque soy incapaz de discernir quién es tan relevante. Pero no lo puedo evitar, tengo una sensación de urgencia imperiosa, he de abrir los ojos.

Una imagen aparece en mi mente aturdiendo mis nervios, revolviendo mis entrañas. Pelo rojo, ojos negros, cara de ángel, pecas.

Megan.

Tengo que abrir los ojos.

Megan.

¿Dónde está Megan?

Con un esfuerzo sobrehumano consigo mover los párpados. ¿Por qué no puedo despertar de este sueño?

Tengo que ver a Megan.

Comienzo a escuchar un pitido irregular. ¿Qué coño es eso? Siento cómo mi ceño se fruñe ligeramente, y me sorprendo. Si puedo hacer eso puedo abrir los ojos. Vamos Izan, abre los ojos.

Me concentro.

Mis párpados se separan levemente, pero una luz cegadora me obliga a volver a cerrarlos. Siento como si hubiese estado dormido muchísimo tiempo a oscuras y de repente me alumbrasen con un foco.

Vuelvo a abrir los ojos de forma pausada, mucho más lentamente de lo que me gustaría y me encuentro con un techo blanco impoluto. Parpadeo, paseo mis ojos alrededor, paredes blancas, ventanal inmenso, innumerables máquinas.

"¿Dónde estoy?" Quiero preguntar, pero tengo algo en la boca que me lo impide. Mi cerebro, que poco a poco ha ido despertando manda la señal a mi mano, que sin dilación se aproxima a mis labios para tocar el objeto que me impide hablar.

Unas manos aparecen de la nada y me sujetan. Mis ojos asustados y desconcertados miran a la desconocida que me sonríe de forma amable.

-Bienvenido Izan. No te toques. El doctor está a punto de venir.

¿Doctor?

Mis ojos vuelven a pasearse por la estancia. Tengo varias máquinas junto al cabecero de la cama. Un cable que va desde mi brazo a unos botes que penden de un soporte metalizado.

Los secretos de IZAN © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora