Capítulo 23; Las hogueras. (Editado)

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Escucho de fondo el murmullo de cientos de personas hablando a mi alrededor, pero estoy tan absorta en mis apuntes, que ni siquiera presto atención a nada de lo que están hablando

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Escucho de fondo el murmullo de cientos de personas hablando a mi alrededor, pero estoy tan absorta en mis apuntes, que ni siquiera presto atención a nada de lo que están hablando. Necesito absorber todos los conocimientos que pueda en el poco tiempo que tengo por delante. Me sumerjo en mi burbuja, y me olvido de las voces, de la hora y del lugar en el que me encuentro. Todo lo que mi cerebro capta es el temario que tengo frente a mí y que debo memorizar a marcha forzada.

Una voz nasal y una mano bailando delante de mis ojos, se encarga de reventar mi concentración.

— Tierra llamando a Megan. — Dice Jessy a quine ni tan siquiera miro.

— Déjame Jessy, necesito estudiar.

— Pero si ya te lo sabes de memoria. — Protesta Keyla con media boca llena de comida.

Resoplo frustrada mientras estrello la cabeza contra las páginas del libro. Así no hay quien pueda, me están desconcentrando.

No debería haberles hecho caso. Debería haberme quedado en mi habitación repasando como tenía pensado desde el primer momento. Cierro mis libros con un movimiento brusco, y decido marcharme a la biblioteca.

— Me marcho. Si no consigo memorizar este último tema voy a suspender.

Un bufido suena en la mesa.

— Siempre dices lo mismo. — Asegura Keyla a quien asesino con la mirada.

— Es contabilidad. Sabes que soy una negada en ciencias. Pensé que cuando terminara el instituto no tendría que volver a ver un número más en la vida. Si suspendo perderé mi beca. ¡No puedo perder mi beca! — Exclamo a dos segundos de sufrir un colapso nervioso mientras termino de guardar mis apuntes.

— ¿Qué pasa? — Pregunta Izan, quien acaba de llegar con una bandeja repleta de comida.

Keyla termina de tragar antes de responder, no sin antes poner los ojos en blanco.

— Dice que va a suspender el examen.

— ¿De qué es? — Pregunta mientras me arrebata de las manos el libro que estaba a punto de guardar, ignorando por completo la mirada de desprecio que le dedico.

— Contabilidad. Y ahora si no te importa devuélveme el libro para que pueda marcharme a estudiar.

Los ojos azules de Izan se desplazan de las páginas que ojea a mis pupilas.

— ¿Cuándo tienes el examen? — Pregunta aguantando una sonrisa.

— A tercera hora. Devuélveme el libro.

Estiro el brazo para arrancárselo de las manos, pero él aprovecha la tesitura para sujetarme de la mano y darme un tirón tan fuerte que casi me estrello contra su cuerpo.

Los secretos de IZAN © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora