Capítulo 43; ¿Qué demonios le pasa?

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IZAN

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IZAN

Megan me está atravesando con la mirada, y por un momento me siento cohibido, porque me da la sensación de que puede leerme la mente a través de los ojos. Pero no veo rastro de ira en su mirada. La furia está siendo sustituida lentamente por ternura, y a mí me gustaría tener el don de escuchar sus pensamientos para comprender el proceso mental que la ha hecho pasar de la rabia a la dulzura en cuestión de segundos.

-Gracias.

La miro perplejo, sin entender porque cojones me da las gracias, si soy yo el que debería estar agradecido de que aún siga a mi lado y no se haya marchado cagando leches.

-¿Por qué me das las gracias?- Pregunto temeroso ¿Y si lo dice de forma sarcástica?

Mi pelirroja me sonríe de medio lado y me sujeta la cara entre las manos.

-Por todo. Por estar siempre para mí, por ayudarme, por consolarme, por protegerme de todo lo malo que me sucedía alrededor. Gracias por confiar en mí lo suficiente como para confesarme que hay algo que te perturba. Y tengo que pedirte disculpas por no haberte sabido entender y por no haber detectado que algo malo te sucedía. Yo debería haber comprendido que algo te había ocurrido para que cambiaras tu comportamiento tan drásticamente. Y te pido perdón por ello.

Yo la miro perplejo, flipando porque realmente me esté diciendo todo lo que me dice. Y siento como si mi corazón se dilatara. Y yo que pensaba que era imposible quererla más...que equivocado estaba.

La interrumpo.

-No me pidas perdón topi...

No me deja hablar.

-Déjame terminar. Es importante que sepas que esperaré el tiempo que necesites hasta que estés preparado para contarme lo que te pasa, y que sea lo que sea puedes confiar en mí. Quiero estar para ti de la misma forma en que tú siempre has estado para mí.

Un nudo me atenaza la garganta y me cuesta trabajo articular palabra, pero consigo hacerlo.

-Megan, no tengo ni puta idea de lo que has visto en mí, pero por favor, no dejes de mirarme.

La estrecho entre mis brazos con todas mis fuerzas durante lo que me parece una eternidad, y no me separo de ella hasta que no escucho su voz amortiguada por mi camiseta.

-Izan, no creí que jamás te diría esto...pero... ¿Te importaría soltarme? Creo que me estás provocando una lesión cervical.

Me separo lentamente mientras le muestro una sonrisa cansada y ella comienza a girar la cabeza de un lado a otro.

-Anda...vamos a dormir que vaya día llevamos.- Dice mientras se levanta del sofá y se dirige hacia las escaleras.

Cuando se da cuenta de que no la sigo me mira con una ceja alzada.

Los secretos de IZAN © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora