Capítulo 12; Debo estar soñando (Editado)

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Subo las escaleras a sabiendas que Izan me sigue de cerca a unos pasos de distancia

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Subo las escaleras a sabiendas que Izan me sigue de cerca a unos pasos de distancia. ¿Cómo he llegado a esta situación? ¿Cómo he llegado al punto de tener que pasar la noche con Izan?

Llegamos a su habitación, él abre la puerta de su habitación y se hace a un lado para que pueda entrar en su pequeño refugio.

En cuanto traspaso el umbral me doy cuenta de que es innegable que él vive aquí. Su aroma está impregnado en la estancia y a pesar de que odie este impulso, no puedo evitar el instinto que me hace querer aspirar este olor tan atrayente.

Analizo la estancia. Observo varias fotografías colgadas de la pared de forma aleatoria. La mayoría son imágenes actuales, en unas se les ve con sus amigos riendo y haciendo el tonto, en otras está con Keyla, y me sorprende ver que hay un par de ellas en las que aparezco yo.

La habitación es casi tan grande como la mía, pero al ser solo para una persona le sobra mucho más espacio. Junto a la ventana tiene un gran escritorio que está oculto bajo una montaña de ropa. Y junto a este hay una estantería repleta de libros apilados de cualquier manera.

Había olvidado por completo que compartíamos la pasión por la lectura. Antes solíamos recomendarnos libros y hablar largo y tendido sobre personajes e historias. Y no es hasta que veo esta estantería cuando me doy cuenta de que echaba muchísimo de menos esa parte de nuestra amistad.

Mis ojos se desplazan hasta la mesilla de noche, y cómo no, hay una pila de libros. Sobre el último observo unas gafas. Desvío la mirada hasta Izan sin poder evitar la sonrisa.

— ¿Gafas?

Él se pasa las manos por la nuca mientras me devuelve media sonrisa. Parece azorado.

— Solo cuando leo.

Trato de imaginarlo con gafas pero no lo consigo. ¿Lo habrá visto alguna de sus chicas con gafas?

Izan se acerca a un armario. Ha comenzado a sacar mantas y está acomodándolas en el suelo junto con un par de cojines.

— Tú dormirás en la cama. — Dice mientras termina de montar su catre improvisado.

Yo pongo una mueca de asco mientras miro las sabanas revueltas.

—Ni por un millón de dólares me meto ahí.

Izan deja de colocar mantas y me mira con las cejas alzadas claramente sorprendido. Yo decido responder a su pregunta no formulada.

— A saber la de guarradas que habrás hecho ahí y con cuantas chicas. Seguro que puedo quedarme embarazada solo con sentarme.

Trata de aguantar una sonrisa, pero finalmente el impulso es mayor que su fuerza de voluntad, y emite una sonora risotada.

— No te preocupes topi, tu virtud quedará intacta. Creo que eres la primera chica que entra en esta habitación.

Yo lo miro incrédula.

Los secretos de IZAN © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora