Ella es brisa, él fuego, juntos un incendio incontrolable.
Ella; marcada por una infancia traumática.
Él; devastado por un terrible secreto del pasado.
Un odio irresistible, una profunda desconfianza y aun así una pasión arrolladora y una atracción...
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Llegamos a la fiesta y agradezco llevar la máscara puesta. Todas y cada una de las miradas están puestas sobre nosotros. Supongo que las chicas han quedado igual de impresionadas que yo cuando vi a Izan apoyado en la pared.
Me quedé sin respiración durante unos segundos, porque aunque él suele estar impresionante con cualquier prenda que se ponga, verlo con esmoquin debería estar considerado patrimonio de la humanidad.
El diminuto artilugio que llevo sobre los ojos no sirve para ocultar mi identidad, mi pelo puede reconocerse a cien kilómetros de distancia, pero al menos, cubre parte de mi rostro. Ayudándome a ocultar lo cohibida que me siento por ser el centro de atención.
No estoy acostumbrada a esto.
Izan camina junto a mí sin inmutarse, para él es sencillo, siempre ha sido tremendamente atractivo y está acostumbrado a atraer las miradas. Yo, en cambio, estoy habituada a ser invisible, tanto en casa como fuera de ella, y tanta atención me pone nerviosa.
Accedemos al interior de la casa, y la música atronadora nos da la bienvenida. Los rumores no eran falsos, creo que el setenta por ciento de la universidad está aglomerada en el interior de la vivienda.
La cálida mano de Izan rodea mi muñeca, supongo que para tratar de no alejarnos entre el tumulto. Pero ese simple gesto acelera mis pulsaciones. Espero que no lo note.
Nos cruzamos con varios vampiros, algún hombre lobo, un hombre con dos cabezas y un sinfín de chicas con disfraces diminutos que dejan poco a la imaginación. Cada vez que pasamos junto a alguna más atractiva de la cuenta, no puedo evitar desplazar los ojos hacia Izan para asegurarme de si la mira o no. Pero su atención está puesta en fulminar con la mirada a todas y cada una de las personas que me miran más de la cuenta.
Al fondo del salón encontramos a nuestros amigos, y puedo ver cómo Naim y Keyla bailan en el centro de la pista mucho más juntos de lo que el ritmo de la canción marca. Él la sostiene entre sus brazos, y le acaricia la espalda, depositando pequeños besos en el hombro de mi amiga. Keyla parece estar en las nubes. Son tan adorables...
Jessy y Luc, bailan de forma parecida, aunque mi compañera de habitación parece algo tensa.
Marc, va disfrazado de muñeco diabólico, y contempla a todas las chicas que pasan por su lado con sonrisa bobalicona en los labios. David, disfrazado de hechicero, aunque mantiene esa sonrisa perenne en su rostro, parece apenado. Su mirada se centra en mí en cuanto nos acercamos, y veo cómo sus labios forman una perfecta O, cómo sus ojos se desorbitan lentamente y cómo su mirada se posa en mi escote más de lo debido. Quiero salir corriendo.
