Capítulo 15; Decepciones (Editado)

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Son las tres de la madrugada, estoy recostada sobre mi cama mirando al techo, y a pesar del agotamiento que tengo, soy incapaz de pegar ojo

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Son las tres de la madrugada, estoy recostada sobre mi cama mirando al techo, y a pesar del agotamiento que tengo, soy incapaz de pegar ojo.

Mi mente no cesa de reprocesar una y otra vez todo lo sucedido en el día de hoy. Cada vez que lo rememoro es como revivir una pesadilla de la que parece que estoy comenzando a despertar.

Las dos horas y media que tardamos en llegar al hospital fueron las más largas de mi vida. Los segundos se convirtieron en horas mientras que yo maldecía al reloj por ir tan lento. Y la impotencia me embargaba hasta tal punto que resultaba asfixiante.

Catherine, la madre de Keyla, nos llamó una hora antes de que llegásemos para decirnos que estaba en el hospital, que a mi madre le habían hecho un lavado de estómago y que estaba estable. Nos imploró que no corriésemos más de la cuenta, que no había de lo que preocuparse. Pero a mí no me tranquilizó. Necesitaba ver a mi madre.

La señora Logan pareció muy decepcionada cuando nos vio aparecer sin Izan, y su decepción se unió a la mía.

Una doctora muy amable, se reunió con nosotras después de estar alrededor de una hora esperando. Nos explicó que la ingesta de pastillas no había sido suficiente como para quitarse la vida, y que pensaban que había sido alguna llamada de atención.

Sus palabras trajeron a Izan a mi mente, porque fue justo lo que él me había dicho, y me obligué a apartarlo de mi subconsciente.

La doctora me hizo un centenar de preguntas sobre mi madre. Sobre los brotes psicóticos que había padecido hasta el momento, y tras varios minutos, me informó de su decisión. La dejarían ingresada en el área de psiquiatría y por el momento sus visitas estarían restringidas.

Mentiría si no dijera que sus palabras me dejaron desconcertada. Mi madre siempre ha estado algo desequilibrada emocionalmente, pero jamás pensé que realmente necesitara tratamiento psiquiátrico.

Le imploré y le supliqué que me dejaran verla aunque fuesen cinco minutos, el tiempo justo de abrazarla y darle un beso. Realmente lo necesitaba. Pero su respuesta fue un "no" rotundo.

Apuntaron mi teléfono móvil como contacto en caso de emergencia, y me prometieron que en cuanto pudiese recibir visitas me llamarían.

Me marché a regañadientes, obligada por Keyla y Catherine. Según ellas pasar la noche en el hospital era absurdo. Mi madre podía permanecer incomunicada dos días, dos semanas, o incluso dos meses. Todo dependía de su evolución.

Sé que no soy la responsable de lo que mi madre ha hecho. Pero no puedo evitar este sentimiento de culpabilidad que me oprime el pecho. Y en parte, ese es el motivo de que sea incapaz de dormir en paz.

Mi teléfono vibra sobre la mesilla de noche, mi corazón da un vuelco y yo estiro la mano rápidamente para ver quién me llama.

No es una llamada, es un mensaje de Mike, para cerciorarse de que la cita de mañana sigue en pie. Le respondo que sí y vuelvo a soltar el teléfono sobre la mesita, dejándome caer de nuevo sobre el colchón y mirando nuevamente el techo del dormitorio.

Los secretos de IZAN © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora