Capítulo 8

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Hoy es el día. La hora de la verdad por fin ha llegado, voy a matar a ese infeliz. Hoy reclamaré la vida de mi hermano.

Salí de mi habitación.

- Voy a adelantarme, espero y no se pierdan de camino.- Decía la chica del cabello negro.- Tengo que comprar unas cosas antes de entrar, los veo ahí.- Observamos como cerró la puerta tras de ella.

- Es temprano, comamos algo.- Decía Maggie.

La mañana se fue rápido. Luego del almuerzo cada uno tomó un baño y nos pusimos una túnica no tan deslumbrante. Pensé en ocultar el arco, pero sería más sospechoso, mejor fingí tener un problema en la pierna y apoyarme ligeramente en el bastón.

Salimos de casa. El camino me pareció eterno. Cada vez me ponía más nervioso y esperaba que todo nos fuese a salir bien. Y luego de caminar una hora, llegamos al pueblo.

Veía más gente de lo habitual, supongo que el Barón atrae a las masas.

-Todos ellos van a presenciar tu muerte, desgraciado.-Pensé

Nos acercamos a una de las puertas del muro. Todo con cautela y siempre junto a la multitud, eran tantos que no podrían encontrar a tres personas ocultas, aunque lo quisieran, pero ahí noté que, en la entrada, estaban pidiendo invitación. No a todos, obvio, pero si a la gran mayoría puesto que cuatro guardias se encontraban en ese lugar.

- ¿Qué hacemos? .- Pregunté

- Hay que tener esperanza de que no nos pedirán nada.- Dijo Ciddis y continuó con su camino.

Estando junto a la puerta pasé entre la multitud evitando a los guardias. Maggie hizo lo mismo, pero uno de ellos detuvo a Ciddis.

- Señor, su invitación.-

- Deme un momento, la tengo por aquí.- Decía rebuscando entre sus atuendos

- ¡Señor!- Exclamó el guardia mientras sostenía el arma con firmeza.- Su invitación.

- Yo em...

Giré mi cabeza y noté que la chica de cabello negro venía con un vestido muy corto y pegado, mostrando sus atributos. Mi corazón se aceleró, claro, pero también el de los guardias quienes le prestaron más atención a ella que a Ciddis y este, por fin pudo pasar.

-No sé cómo te llamas, pero eres muy inteligente. Gracias.- Pensé y seguimos adelante.

Al pasar los muros por fin habíamos entrado al lugar más grande y espectacular del reino después del castillo, habíamos llegado al Coliseo: una zona inmensa protegida por cuatro muros la cual utilizan para entrenar a los mejores guerreros y algunas presentaciones importantes, pero solo cuando el rey está en el pueblo, lo cual es extraño de ver... Mierda, cómo pude ser tan tonto, el rey está aquí.

Observé hacía el balcón a lo lejos, en una de las partes más altas del coliseo, y ahí estaba. El rey había llegado junto a dos personas, una mujer de cabello castaño y sin expresión en su rostro y el Barón, el maldito que mató a mi hermano.

Para no vernos más sospechosos decidimos sentarnos en lugares diferentes. Ciddis en la parte de abajo, a unos cuantos metros de altura del suelo, Maggie en los lugares del centro y yo en el punto exacto en que pensé podría acertar la flecha sin dificultad, además de no ser muy vistoso al momento de sacar el arco.

Noté como el Barón se despedía de su majestad y pasaba tras las cortinas rojas a su espalda, la presentación estaba por iniciar.

La gente a mi alrededor seguía conversando, veían que había un par de armamentos en el centro del coliseo sobre una mesa, un perchero, un gran cuerno y algo que parecía ser una base para ese cuerno. De pronto un par de guardias pasaron entre las filas preguntando por la invitación. No vi que nadie se las diera en la entrada por lo que todos deberían de tener esa cosa, por suerte estaban lejos de mí.

Arte Elemental: Susurro de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora