- ¡¿Ova?!
- Ya habías dicho eso, pendeja.
La mujer salió de su casa en sus atuendos de noche y comenzó a lanzar golpes hacía Ova, este solo los esquivaba sin dificultad.
- ¿Cómo has estado?- Preguntó él.- Tiempo sin verte, se nota que me extrañaste. ¿Qué digo? ¿Cómo no hacerlo?, soy yo.
- Maldito infeliz, voy a matarte ahora mismo.- Decía sin parar de tirar puñetazos y patadas que fallaban por mucho. El tipo sostuvo la última patada y puñetazo para acercare y tirarla al suelo de un empujón.
- No, largo de aquí, no los ayudaré.- Dijo ella y entró en su casa cerrando de un portazo.
- Oh vamos, ayuda a estos chicos.
- ¡Largo!
- Uy, que genio tiene esta mujer, bueno, entonces ¿les doy una sábana para el árbol?
- ¿Se conocen?- Preguntó Maggie en un tono extraño, como molesta por algo.
- Sí, nos conocemos muy bien.
- A, entiendo.- Se alejó hacía el carruaje, Ova fue tras ella de inmediato.
- Ustedes dos.- Dijo a Ciddis y Celestia antes de partir.- Convenzan a esa mujer, ya regreso.
Se acercó a Maggie.- Oye.
- ¿Qué? - Le respondió cortante.
- ¿Qué te pasa?
- Nada.
- Vamos, esa mujer no es nada para mí, solo intentó matarme en una ocasión, pero eso es todo, nada de sexo o folla amigos, es una asesina de Ovas.
- Espera, ¿qué?- Lo miró sorprendida. Al parecer ella esperaba que hubiese tenido una relación romántica con "la mujer" y que ahora ella lo odiaba por eso.
- ¿Tengo que explicar todo?, ¿enserio? - Suspiró.- Ella es o, bueno, era del reino del este por lo que veo, la llamaban "mata guerreros" o algo así.
- ¡Ya voy a por ti, idiota! - Gritaba la mujer acercándose con un estoque que tenía el mango color gris y un grabado de flor negra.-
- No hagamos esto otra vez, es muy pendejo, jamás me tocarás.
- ¡Cállate!- Comenzó a lanzar varias estocadas a una gran velocidad combinadas con puñetazos y patadas al mismo tiempo que giraba en su propio eje. Ova ni se inmutó para esquivar todo.
- Entiendo, estas enojada, pendeja, pero no seas grosera, le debes un favor a la mamá de estos chicos.
La mujer no se detuvo por quince minutos, y luego de haberse agotado, habló.
- Bien, pero tú te quedas fuera de la casa, ve a dormir en aquel árbol.
- Igual me vale verga.
Ova se fue al carruaje mientras aquella mujer les hacía una señal a los chicos de que entraran en la casa. Estos atendieron a la orden y Celestia, Maggie y Ciddis se acomodaron en la sala. Al entrar les llegó un olor diferente. Fuera todo era sucio, olía como a animales y a excremento, pero dentro, un aroma agradable les llenó los pulmones, era perfume, algo así como oler una rosa muy de cerca. La sala se conformaba por tres sillones grandes alrededor de una chimenea bastante elegante. Nadie entendió por qué tener algo así en la zona más caliente de todo el reino. Detrás de una barra estaba el comedor con una gran mesa cuadrada de cristal y rodeada por sillas sin muchos adornos, al costado la cocina con muchas estanterías y su horno clásico.
- Celestia.- Dijo Maggie.- ¿Quieres algo de comer?
- Pero no es nuestra casa.- Respondió la pequeña
- No importa, te prepararé algo en un minuto. - Miró a Ciddis.- A los dos...- Se detuvo a pensar en los que estaban fuera.- A todos.
La mujer subió las escaleras y les ordenó que no hicieran algún destrozo, luego cerró la puerta de su habitación sin decir nada más.
- Esta noche vamos a dormir aquí, mañana ya estaremos en el campamento que mamá decía y veremos qué hacer.
Maggie preparó la cena. Nada especial, huevos de gallina, de albanes, que son muy similares, pero color verde, y leche de mandulas, unas criaturas rosadas y redondas con ubres por todas partes. No fue la mejor cena de sus vidas, pero les sirvió para llenar el estómago. Maggie llevó eso a Aquiles y Ova, a lo que uno de ellos respondió: A mí me vale verga lo que coma, solo dámelo ya. Ella se retiró hasta la casa no sin antes lanzarle una mirada molesta.
Después de pasar la cena más incómoda que habían tenido: sin hablar, algún chiste o convivencia. Se fueron a dormir. Maggie fue la primera en caer, Ciddis el segundo, pero Celestia tenía problemas para conciliar el sueño, así que fue a la cocina a tomar más de esa deliciosa leche rosada, solo que terminó derramando todo en el suelo.
- Oye hermanito.- Sacudió a Ciddis.- Ayúdame.
Él se levantó con los ojos casi cerrados.- ¿Qué sucede?- Dijo gangoso.
- Tiré la leche.
En lugar de molestarse como antes lo hubiera hecho, se levantó y limpió el desastre en el suelo, luego fue a recostarse nuevamente.- Ya duérmete Celestia.
- No puedo... ¿me cuentas otra historia de Blanca?
Ciddis sonrió.- De acuerdo.- Se sentó en el sillón y acomodó a la pequeña cubriéndola con una manta hasta el cuello.- Déjame pensar que más, ¡a si! ella cantaba.-La pequeña lo observó emocionada, esperando que su historia fuese algo único.
- ¿Y cantaba bonito?
- Sí, la mejor voz que haya escuchado jamás, solo que le tenían prohibido hacerlo, por lo que todo era secreto.
- Descríbemela más.
- Pues, ella era de piel muy blanca, con el cabello azul y ojos morados, su cuerpo era como el de una modelo, aunque claro, una mini modelo, estábamos muy pequeños, y su voz, era como escuchar el canto de la naturaleza.
- ¿Cómo es eso?
- Muy hermoso, así como escuchar las aves en la mañana o a la doña Yolis vendiendo sus paletas.- Río.- Nunca sabré como lo hacía.
A Celestia le pareció extraño que su hermano haya cambiado el físico de la chica, pero supuso que era porque ella usaba pelucas o cosas raras para verse diferente.
- Recuerdo mucho una vez.- Continuó él.- Que teníamos como ocho años y yo me escapé para verla, pero no la encontraba por ningún lado así que seguí el sonido de su hermosa voz, ya que estaba cantando. La seguí y la seguí hasta toparla de frente. Por alguna razón ella estaba algo triste.
- ¿Qué le pasó?
- Sus pa... sus tíos la habían regañado muy feo.
- ¿Por qué?
- Porque para ellos su canto no era tan bonito como para los demás, pero yo le dije: oye niña, no llores, aquí está tu héroe.
- ¿Y te volviste a maquillar como mujer?
Ciddis soltó una carcajada en voz baja.- No, pero casi, así la hubiera hecho correr. Lo que hice fue robarle un beso, supuse que eso la animaría.
- ¿Y la animó?
- Sí, al parecer era lo que ella quería, decía que un beso en la mejilla o la frente la animaba para no llorar y ser muy muy fuerte... Es más.- Ciddis se acercó a la pequeña y besó su frente.- Eso te ayudará a dormir.
Celestia sonrió y cerró sus ojos. Él se quedó un rato rascando suavemente su cabeza para ayudarla en su sueño; besó nuevamente su frente y se recostó un rato en el sofá. Pensaba en que más le contaría a su hermanita luego de eso, quizá debía inventar a alguien a quien ella pudiese admirar o alguien a quien buscar luego de esto, pero su única salvación y recurso por el momento, era Blanca. Eso lo hizo creer, aunque sea por un instante, que ella era real y que podría salvar a su hermana.
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Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasyGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...