Por fin el día llegó. Un par de horas antes de ir a la colina, vi a Celestia y mamá. Me dijeron que me veía muy guapo y que no me pusiera nervioso. Luego me encontré con Ciddis que hizo algunas bromas sobre mi traje y a Blanca que estaría muy cerca de Katia en la ceremonia.
Siendo realista, ME MORÍA DE NERVIOS. Por los dioses que sí. Imaginarme frente a la mujer que he amado por tanto tiempo, vestida de blanco y arreglada de una forma tan hermosa que, por lo menos en mi reino, prohibían verla antes de iniciar, me estaba matando. ¿Qué pasa si digo algo que no debo? O ¿si me arrepiento? ¿Será la vida que estoy buscando? ¿Tener hijos será razonable?, y ¿qué va a pasar con nosotros? ¿Seguiremos amándonos toda la vida?, ¿o llegará un punto en que el matrimonio nos arruine la relación?
- Tranquilo, Aquiles.- Me repetía una y otra vez mientras subía la colina entre la zona uno y el reino del este. La tradición era que el hombre debía estar solo en todo momento, así podría pensar en su futuro, en su vida, en como haría feliz a su mujer. ¡Pero que cagada! Me hubieran mandado al Ciddis o al Max. Con ellos me estaría riendo un rato en lugar de subir y pensar en tantas cosas que podrían arruinar mi vida... ¿O será que... Realmente esta parte del viaje es diseñada para eso? Pensar en cómo la vida puede empeorar para, luego de muchos años, darte cuenta que eran pensamientos tontos, absurdos, diseñados solo por capricho y miedo de uno mismo.- Bien, un par de árboles más y llegaré.
La zona era un bosque inmenso con un par de antorchas posicionadas de tal forma que fuera imposible no verlas. Por el camino me encontré con una escotilla en el suelo, parecía ser una especie de calabozo extraño, pero tenía mejores cosas en que pensar. Luego noté como el sol bajaba y las luces eran más y más obvias. Los nervios subían. Quería explotar. Suena gracioso pensarlo, voy a explotar como lechuga.
A lo lejos vi las sillas. El alfombrado azul debajo de ellas y ese gran arco blanco con la señorita que nos uniría en matrimonio. La gente ya estaba sentada, pero Katia y Blanca aún no habían llegado. Me sentí un poco aliviado, se podría decir. Noté que Ciddis me hacía señas desde el arco para acercarme. La gente volteó. Me puse nervioso, pero, aun con esos sentimientos, me acerqué decidido.
La tradición es: Te acercas, tu mamá te entrega el anillo para la novia y una corona de rosas blancas con luz azul celeste fosforescente en el centro. La colocas en la novia y es ahí cuando dicen lo suyo. Suena simple... espero no trabarme.
- Listo, hermano, aquí viene ella.- Ciddis me lo susurró al oído y sentí el escalofrío más grande de mi vida. Detrás de nosotros se encontraba el mar y la puesta de sol. Todos los invitados de blanco al frente y dejando un espacio para que la novia pase. Lamí mis labios, tragué saliva. La vi. Caminaba con su largo vestido por la alfombra. Su gran sonrisa me cautivó. Recuperé todo el valor. Ahora lo sé. ella es el amor de mi vida y si yo caigo, ella me levantará.
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Arte Elemental: Susurro de la vida
FantasyGatea, camina, corre o vuela. Cualquiera de esas cosas es valida en un mundo de fantasía. Pero no pares de soñar, imaginar o creer. Ya que, cuando comiences la lectura, no podrás vivir lo que las palabras tienen para ti. En esta historia se narra la...